30 de marzo de 2007

El amor no existe...

Mi amiga Paola me envió esto que ella escribió, con el petitorio de que lo publicara en este blog. Sobre este tema ella y yo discutimos bastante y debatimos algunos de los argumentos, pero de igual modo considero que vale la pena leerlo. Aquí se los dejo.

El amor no existe.

El amor no existe. Es una idea que me ha costado digerir pero, después de muchos años, la he comprendido, abrazado y adoptado como mía. Desde que somos pequeños nos enseñan a pensar que ese conjunto de desequilibrios fisiológicos que experimentamos cerca de aquellos que nos atraen, física o intelectualmente, se llama amor y que es capaz de mover montañas; que es necesario para poder tener una relación de pareja exitosa; que si nunca hemos amado, entonces, no hemos vivido; que los besos sin amor saben a desgano; que el mejor sexo, es el sexo con amor; en fin, una retahíla de quimeras que no trae nada positivo consigo.

En nombre del amor se atropella, engaña y decepciona, incluso se asesina; se han escrito tantas canciones de amor, como estrellas hay en el universo; tantos libros como gotas de agua en el mar; tantos poemas, refranes, tratados, teorías, tanto de esto, de aquello, tanto de todo que la gente termina perdiendo hasta la última gota de sentido común. El desequilibrio emocional, la pérdida de control, un constante estado de letargo y una torpeza extraordinaria, son los síntomas que invaden a todas las víctimas de esta atroz invención humana.

No tiene caso negarlo, mucho menos mentir al respecto. Yo también fui su víctima. Yo también llegué a estar embriagada por esa idea de “amar” a alguien y en nombre de ese sentimiento fui capaz de hacer cosas que no considero, ni consideraba entonces, correctas o dignas; pero nada de eso importaba si a cambio podía mantener a mi lado a esa persona que me daba lo que tanto había anhelado, que me hacía sentir todo eso que siempre había querido… pero todas las historias, cuentos y relatos tienen un final; todas las ilusiones se esfuman cuando las salpica la más mínima gota de realidad; los sueños, las esperanzas, todo eso que acompañaba a la efímera idea de “estar enamorado”, todo se evapora dejando una amarga carga de vacío, un olor a desesperanza, y un empalagoso deseo de venganza. Nos invade la desesperación porque no sabemos cómo recuperar eso que perdimos; entonces pasamos del letargo de la ilusión, al aturdimiento de la aversión; de la dulce torpeza del distraído, al vulgar descuido del abandonado; todo esto consecuencia de haber alimentado indiscriminadamente, tal como nos enseñaron, a ese fantasma con grillete que resulta el “amor”.

El amor no existe. No es un ingrediente indispensable para la receta de la felicidad. No es la última Coca-Cola del desierto. No lo inventó la reina del arroz con pollo. No hace que las mañanas sean más o menos frías, o que las noches sean más cortas o menos largas. No nos hace mejores, pero puede hacernos peores. No ganamos nada cuando lo aceptamos, pero perdemos todo cuando se nos escapa de las manos. ¿Por qué razón arriesgarlo todo por algo tan etéreo, cuando nos podemos garantizar la felicidad eterna planificando nuestro futuro con precisión científica? ¿Por qué abrir las puertas al desequilibrio sentimental, cuando la seguridad emocional nos espera a la vuelta de la esquina?

El amor no existe. Por lo menos no en esta vida, no en este planeta, no en esta realidad. No existe en la profundidad de su mirada. Nunca ha estado en la ternura de sus besos, ni en el calor de sus caricias. No se esconde en mi cabeza cuando recuerdo su respiración, ni camina por mi espalda, como lo hacen sus dedos, cuando no está. No alimenta de suspiros mis pulmones, porque no deambula la ciudad. No acelera mi corazón porque no le doy cuerda, ni dejo la rienda suelta para que paste a libertad. No. Yo no.

El amor no existe, de eso estoy segura, porque si existiese…
________________________________
La obra es del artista Miguel Oscar Menassa, y se llama "El dolor y la luz".

13 de marzo de 2007

El clon

Hoy me volvieron a preguntar si yo no soy el tipo que hace el programa de cocina en Gourmet Channel. Y hoy dije que sí, considerando que me dieron permiso para ello. Hace unos días conocí a Víctor Moreno, chef venezolano de las nuevas generaciones, y que para más señas se parece mucho físicamente a mi. Para muestra, un botón: ahí está la foto que nos tomaron durante un evento de gastronomía en la Universidad Metropolitana. En el album verán algunas fotos más de él.Por cierto: es rarísimo conocer a alguien y sentir que te ves en el espejo.
Besos y abrazos a quien corresponda.

P.D.: Gracias, Tomás, por las fotos.

Violencia

Esta imagen incita al turismo sexual.
Esta promueve la violencia contra la mujer.
Tales afirmaciones no las hacen autoridades de ningún país latinoamericano. En España, aparentemente, les ha dado por cultivar la doble moral, y estas son sus dos últimas manifestaciones.
Ambos anuncios han tenido que ser retirados de las calles de España, debido a diversas actuaciones de algunas instituciones que han hecho valer su "poder" para decidir sobre lo que es bueno y malo para los españoles.
En el primer caso, hay quien lucha por la necesidad de que los niños "sigan siendo niños" y no niños disfrazados de adultos -"¿cómo es posible que esten maquilladas y peinadas de esa forma, casi como prostitutas vendiendo su alma al mejor postor?". Hay quien dice que quien vea a esas niñas y se le ocurra que promueven el turismo sexual es un aberrado.
En el segundo caso, la batalla se da en el ámbito de la creatividad: quien dice que la foto promueve la posibilidad de subyugar a una mujer con la violencia no está viendo el contenido artístico de la propia foto, y que en todo caso, habría que quemar unos cuantos cuadros que son consideradas obras maestras.

En estos días conversaba con un amigo que da clases en un liceo público. Me comentó lo complicado que es hoy en día ser "maestro" y los niveles de degradación que estamos viviendo en nuestro país. Recordé un episodio que ocurrió hace poco -que no por ser "ese" episodio quiere decir que sea "único"-: los adolescentes venezolanos utilizan sus teléfonos móviles -que ahora incluyen dispositivos de cámara fotográfica y video- para hacer registro de sus andanzas sexuales, las cuales se llevan adelante en muchos casos dentro del propio liceo. Videos en donde niñas y niños de doce años andan haciendo literalmente lo que quieren sin prestarle atención incluso a que estén siendo grabados.
Este amigo me llegó a contar que hoy en día, las niñas se toman fotos de sus propios pechos para luego enviárselas a sus compañeros, y así "levantárselos". Las fotos corren como pólvora a través de los móviles sin ningún tipo de reparo.
Por si alguien se le ocurre preguntar por la vida y obra de los padres de estos carricitos, finalmente, me contó que conoció del caso de una niña de 14 años que fue seducida por un profesor de 45, con la venia de su madre, ya que la señora consideraba que su hija "podría tener una mejor vida con ese señor", es decir, prostitución infantil por la calle del medio.

¿Quieren quejarse de las fotos? ¿Qué se supone que estamos haciendo? ¿Para dónde carrizo vamos?

Besos y abrazos a quien corresponda.

8 de marzo de 2007

El hombre del sol

A Mateo, la caminata diaria le sentaba bien. Sabía que era lo que todos recomendaban, y no podía dejar de darles razón acerca de los beneficios que proporcionaba una rutina como esta. Si se ponía a sacar la cuenta de los motivos por las cuales valía la pena levantarse un poco más temprano, casi al despuntar el alba, podía escribir un libro. Pero de eso ya se encargan otros: a él lo podían dejar tranquilito, relajado, forrado en plástico y con sus zapatos blancos casi incandescentes, trotandito por el parque.
Pero en el caso de decidirse a narrar su historia, hoy se agregaba a esas tantas razones una más, una de esas excusas que se inventa uno para que el corazón se acelere, pero no necesariamente relacionadas con el ejercicio. La primera vez que Mateo lo vio, fue en el surtidor de agua potable dispuesto por el parque para que los atletas pudieran rehidratarse. La razón estaba inclinado, sorbiendo el agua del chorrito que sale disparado cuando aprietas el botoncito. Ante aquel espectáculo -piernas bien formadas, pequeño short de tela sintética blanco ajustado a unas nalgas redondas y firmes, espalda ancha en un cuerpo considerablemente alto, agachado mientras saciaba su sed-, sintió que lo asaltaba una sed incontrolable. Vio su botella llena de agua e instintivamente la abrió y la vació en el cesped, mientras dirigía su atención y su rumbo a aquella escultura viviente y sedienta.
Mateo apuró el paso. Cuando llegó al surtidor, casi por sorpresa, la escultura se levantó, y se secó la cara con una pequeña toalla. Todavía de espaldas, pudo ver sus hombros y brazos evidentemente trabajados pero no en exceso, el cabello negro descuidadamente largo y empapado de sudor que tapaba el cuello.
De pronto, aquel adonis se volteó. Se detuvo un instante, al darse cuenta que aquel hombre vestido de pantalón deportivo y franela lo estaba mirando. El contacto visual fue instantaneo y sus miradas sonrieron. Y de pronto, ocurrió.
- Hola.
La escultura esbozó una leve sonrisa y le guiñó un ojo al petrificado Mateo. El hombre hizo como que se iba pero al ver la cara de Mateo, se devolvió y lo miró nuevamente a los ojos.
- Hola.
Mateo se quedó mudo, paralizado. Aquel hombre era una maravilla andante y lo había saludado. Era como haber regresado a la adolescencia temprana, cuando una mirada de la persona amada podía detenerte el corazón. Sintió que se le subían los colores al rostro.
- ¿Te sientes bien?
- Sí.
Fue lo único que logró articular. Pocos instantes después Mateo se desvaneció.

Cuando abrió los ojos, la escultura estaba a su lado, intentando reanimarlo.
- Buen susto que me diste. ¿Te sientes mejor?
- Sí
- ¿Quieres que vayamos a una clínica?
- No, estoy bien. Quizás es mejor que me vaya a la casa.
- ¿Tienes como ir?
Lo pensó dos veces antes de contestar.
- No
- Entonces yo te llevo.
"Ya tendré chance de buscar el auto en el estacionamiento del parque", pensó Mateo.
- No, por favor, ni te molestes.
- No es molestia... Además, es lo menos que puedo hacer después de que te desmayaste por mi culpa.
- ¿Por tu culpa?
- ¿O me vas a decir que fue por el ejercicio?

Ahora Mateo tiene más razones para seguir trotando, y sobre todo cuando la escultura lo levanta todos los días, al salir el sol, para ir juntos al parque.

___________________________
La obra se llama "El hombre del sol", del artista japonés Wataru Yamakami.