28 de febrero de 2012

Onechot lo vio venir


Seguro conocen la sensación: ese momento en el que escuchas una voz interna que te advierte. Y te detienes a valorar si vale la pena hacer caso, prestar atención o no. Ese instinto que tienen tan refinado las madres o las abuelas, que todo lo saben. Una conseja para la cual somos sordos cuando adolecemos de juventud y catalogamos de fastidiosas a esas señoras que nos recuerdan que no debemos llegar tarde, que es mejor no hacer ciertas cosas. Es una sabiduría que solo llega con la edad.


Rotten Town es, de algún modo, la mejor representación de esa advertencia: mosca, cuidado, por ahí no te metas... Y el arte termina imitando a la vida, de forma casi premonitoria. Juan David Chacón, mejor conocido como Onechot (@onechot en twitter) está ahora, tal y como su video denuncia, luchando por su vida y representando el fin de un joven cualquiera en un barrio de Caracas: acribillado a manos del hampa.

Un disparo en la cabeza durante lo que parece ser un intento de robo de su vehículo llevó al rapero a la terapia intensiva de una clínica -porque además, acudir a un hospital público puede ser una manera sencilla de encontrarse con la muerte y no con la vida-. Onechot se cansó de sobrevivir en una ciudad chorreante de sangre y así nos lo hizo saber en un video musical que de inmediato levantó alarmas en un gobierno experto en culpar al mensajero y no al mensaje. Demasiada violencia, demasiado sensacionalismo, dirían voces oficiales. Demasiada indolencia, dicen los que, desde la otra acera, sufren la pérdida de un hijo. “No es justo” es la frase más escuchada en estos casos.

Esta misma ciudad fue capaz de cobrarle cara la afrenta de denunciar la violencia con tanta o más violencia. Onechot entró a formar parte de las estadísticas de las víctimas de los actos criminales que tienen a Caracas como una de las más peligrosas del mundo. Decenas de asesinatos cada fin de semana así lo atestiguan. Decenas de familias de luto frente a una morgue colapsada por tanto dolor y tanto olor a muerte.

Caracas es mucho más que sufrimiento, violencia y muerte. Esta ciudad es mucho más que un hilo de sangre en una escalera o, como lo diría Desorden Público, “un muñequito de tiza en la acera”. Lamentablemente, ante estas situaciones, la Caracas cortés, alegre y dócil parece perderse, diluirse en un frenesí de gente que ruega cada noche poder llegar vivo a su casa.

Hace un buen rato se nos olvidó que podemos vivir en paz. Recordar lo que eso significa es uno de los grandes retos que tenemos por delante.

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