7 de abril de 2006

Cuánto quiero a mi perro

Nunca había tenido una mascota de verdad. Digo de verdad porque no es lo mismo tener un periquito, un canario o un pez dorado que tener un perro o un gato. Durante mi infancia, recuerdo que en mi casa solo se podían tener aves o peces, que era lo que más podían tolerar. Uno de los que más tiempo estuvo con nosotros fue un pez a quien le puse Oscar, y creció en su pequeña pecera sobre la cocina durante más de 4 años, hasta que me fui a vivir a Italia, y no supe más de él.
Quizás la mascota más terrible que tuve alguna vez fue Pepe, el loro. Pepe era un caso serio de psicopatía animal. Era un loro arisco, feo, con poca gracia. No repetía nada de lo que escuchaba, no daba la patica; muy por el contrario, no podíamos acercarnos demasiado a la jaula porque buscaba picarnos la mano, incluso cuando traíamos la comida.
Pero el aspecto más desagradable de Pepe era que, a eso de las 5:30 de la mañana, luego de que había pasado todo el día y toda la noche sin decir ni media palabra, el loro comenzaba a gritar como si lo estuvieran matando. Eran unos alaridos que podían escucharse a dos cuadras de distancia. Por supuesto, toda la familia se despertaba a callar a Pepe, para que luego de varios intentos fallidos, regresáramos a la cama a tratar de seguir durmiendo, utilizando las más diversas técnicas de meditación trascendental o simplemente tapándonos los oídos con las almohadas. Y en el peor de los casos, nos resignábamos a despertarnos y comenzar nuestras faenas un poco más temprano de lo normal.
Por supuesto, Pepe no sabía si esa mañana era lunes, miércoles o sábado. Así que un domingo como cualquier otro día, el pajarraco se ha puesto a dar lecos sin compasión. Recuerdo como en la hora cómo mi hermana se levantó histérica y le lanzó un zapato contra la jaula, pero el loro seguía empeñado en despertar a todo el edificio. Esa mañana, para la felicidad de Pepe y la nuestra, la familia tomó la decisión de dejar al loro en libertad. Le abrimos la puerta de la jaula, y el bicho verde salió, entre caminando y volando, hasta perderse. Ojalá haya sido libre el resto de sus días, pero no por el bien de él sino por el bien de cualquier cristiano que haya decidido adoptarlo como mascota.
El asunto es que ahora tengo un perro. Nos lo regaló un amigo, dueño del papá del cachorro de pitbull de 4 meses que ahora habita con nosotros. Decidimos ponerle por nombre Tungo, y desde el momento que llegó a la casa empezamos a consentirlo. Salimos corriendo a una tienda para mascotas y le compramos todo lo que pensamos que podía gustarle: juguetes, correas, peluches, comida, productos para el baño y hasta un libro sobre pitbulls (para nosotros, no para él).
Luego de 6 meses de convivencia, parece increíble cómo lo único que le falta al perro es hablar. Uno entiende prácticamente todo lo que el perro quiere, cómo se siente, si quiere jugar, dormir, comer... Ha ido aprendiendo cuál es su lugar para hacer pipí o pupú, o que no puede dormir con sus papás porque él tiene su gran cojín que le regalamos para que durmiera en el cuarto con nosotros.
Pero lo que más me gusta de Tungo es que sufre de lo que yo llamo el Síndrome "Dino Picapiedra". Apenas llegamos de la calle, Tungo inmediatamente ladra y sale corriendo a la puerta a recibirnos, saltando y moviendo la cola como un loco, oliendo y revisando cuanto paquete, bolsa o maletín traemos para ver si no hay un regalo para él.
De hecho, hace poco pasé 6 días fuera de la casa, y cuando regresé, Tungo se emocionó de tal modo que pasó media hora para que se calmara. Brincó encima de la cama, revisó todas las maletas hasta que se cercioró de que no había nada para él y me lamió la cara hasta que no hubo un centímetro cuadrado sin recorrer con su lengua.
En mi casa siempre se pensó que era absurdo encariñarse con un perro de ese modo. Pero ahora entiendo que es muy sencillo querer a una mascota, porque ellos dan tanto amor a sus dueños como el que uno les prodiga, incluso más. Y ese amor que ellos nos entregan es incondicional, y lo manifiestan permanentemente. Cuidan nuestros hogares, y lo más importante, nos cuidan a nosotros.
Por eso es que, a veces, cuando veo como se comportan los seres humanos (que parece que de humanos no tienen un carrizo), recuerdo cuánto quiero a mi perro.

Besos y abrazos a quien corresponda.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

La cara que pones...

Una cosa interesante de Tungo es que no es un perro como cualquier otro, es un perro que no mendiga comida, es un perro inteligente y ovediente, al cual no hay que pegarle para que entienda... simplemente con regañarlo el se va a un rincón hasta que lo "des-regañen" y regresa casi desarmandonse mientras mueve la cola... lo mas importante de Tungo no es como es él, sino el cariño que le tienes, el cariño y respeto que te tiene él a ti, y sobre todo la cara que pones cuando te hace una morisqueta, la cara que pones cuando sales a corretearlo con una bolsa, la cara que pones cuando el te lame toda la cara...ese es tu hijo y el hace que pongas LA CARA QUE TIENES AHORA

Câline dijo...

Hola! No sabes lo mucho que te entiendo!! Yo tengo un mastín de un añito y es mi hijo más chiquito, junto a los gatos. En mi caso, no dejo que se monte en la cama y no "le doy cuerda" muy a menudo dentro del apartamento, porque con los gatos, no puedo tener 44 kilos de alegría rodando a todo tren, jejeje. Creo que soy más estricta, pero mi Thor tiene todos los días una hora de ejercicios a todo dar fuera de la casa conmigo y bueno, mi esposo con Thor es otra historia ;-) Hacen unas competencias de lucha libre en mitad de la sala... sin comentarios...
Pues bueno, saludos por aquí y un cariñito a Tungo.

rafico dijo...

Cordial saludo

En la ciudad no tengo animales en casa, básicamente porque no les dedico tiempo y me da pereza cuidarlos.

Por otra parte, tenemos una finquita y el concepto de mascota tiene otro tipo de lógica, allá en el campo, pues se vuelve casi funcional o necesario tener animales, así que uno convive con conejos, armadillos, gatos, perros (sin raza o mejor de raza callejera), una pareja toches (pajaritos amarillos), en fin, pero algo curioso que puedo aportarte es la campesino de tierra fría con el de tierra caliente:

El de tierra fría bautiza sus animales, incluso los domésticos, es decir, le tiene nombre a sus gallinas y vacas, en cambio, el de tierra caliente, rara vez los bautiza y sus relación con ellos sin duda es más utilitarista.

“Que el animal sorprende siendo más humano, que muchos humanos”, puede ser, pienso que el error está e lo que catalogamos como humano, es decir, humano es la absurda contradicción de ser la peor crueldad del mundo y lo mejor de la bondad del mundo.

Hasta pronto. Muy humano tu Blog y gracias por tu visita, tiene un amigo virtual más.

Ivan Jaquez dijo...

me duele la barriga de reírme con lo del loro. Resulta que aquí en mi casa rescatamos una cotorrita maltratada que estaban vendiendo (aquí es ilegal tener esos pájaros). Yo fui el primero en oponerme, pero resulta que ella se encariñó conmigo. Desde que oye mi carro o lo ve desde el balcón, brinca de alegría y se pone a pitar una canción que yo le enseñé. Yo soy el que la suelta dentro de la casa y se pone a caminar detrás de mí como un perrito. Eso sí...en la mañana cuando le coje con recitar todo su repertorio no le importa que vivamos en un edificio. Tal vez un día le dedique un post.

Yo no quiero volver a tener perro porque uno se encariña demasiado con ellos. Nadamás le falta que hablen para ser seres humanos inocentes y perfectos...Tengo un tío que duró un tiempo que lloraba cada vez que recordaba cómo mataron sin querer a la perrita de su casa.

Marielle dijo...

Por finnnn alguien que entiende el amor que tengo por mi Ito!!!!! (mi chihuahua bello) Disfruta a tu perro, eso es lo mas lindo!!!

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Lo voy a regañar!!!

Si vuelve a escribir un post como éste me van a botar de Ginebra y de media Suiza.
Cómo me he reído con lo de su loro!!!

Y de Tungo, le entiendo.

Hemos tenido a Leo y a Bicho. Todos perros de mi suegro, temperamentales como ellos solos. Mi preferido era Bicho, era genial, ambos se nos fueron, hace algún tiempo, y aún les recuerdo.

Todo lo mejor para Ustedes y caricias a Tungo.

Baakanit dijo...

"Nunca había tenido una mascota de verdad. Digo de verdad porque no es lo mismo tener un periquito, un canario o un pez dorado que tener un perro o un gato."

Buen comienzo, me reí mucho con estos detalles de la adquisición de tu mascota de verdad.

Eso del síndrome de dino picapiedra lo sufría yo cuando chico, cuando escuchaba el ruído del motor de la camioneta de mi papá al llegar a casa después de un día de trabajo!

Cuídate,

P.D. Disfruta de Tungo, ese amor de los animales, como que nos hace a veces parecer más animales y a ellos más humanos.

El "Dulzor de Ostras" dijo...

En la casa de mis padres está Uriel que se vuelve loco cada vez que llego a ver a mis viejos.
He pensado tener uno, pero me es imposible, practicamente trabajamos todo el día y tener un nuevo integrante es toda una responsabilidad.
En cualquier caso, le envidio, es grato tener un ser y darle espacio en nuestras vidas.

Volveré

La Hija de Zeus dijo...

Ja ja... la liberación tambien debe haber sido para la felicidad de tus vecinos!!
Si cuando uno tiene una mascota esta forma parte de la familia, tienes razón una de las cosas más lindas es ver como se contentan cuando uno llega a casa!!

Ed. dijo...

Yo personalmente prefiero los gatos, me encanta. Tenia una gata siames y era bella.

Planeo pronto comprarme una mascota, creo que me estoy inclinando mas por un perro, aunque aun no se si uno grande o uno pequeño.
Estoy entre un bulldog (me encantan) o un perro chiquitico como un chigauaga.

Anónimo dijo...

A mi desde chiquitico me gustan mucho los perros, son fieles, cariñosos, entretenidos y muy inteligentes. Pude conocer a Tungo y realmente NO es un perro común, los felicito por el perrito.

Se les estima...

Anónimo dijo...

Que lindo lo del perro...
Te cuento que en mi caso Coco ya tiene casi 14 años conmigo, es un perro de origen desconocido (no sabemos quienes son sus padres ni cual es su raza)
Sin embargo nos ilumina el día y hasta la vida...
Te entiendo, entiendo la alegría de tener a tu mascota y entiendo y comparto sobre todo la alegría de compartir con ellos algún momento del día.
Un abrazo

URSULA dijo...

Te felicito....los perros sensibilizan mas el alma cada vez mas gastada de los humanos. Tengo dos Shin Tzu, hembra y macho que decidieron ser los mejores amigos del mundo....verlos nos enternece, solo les falta hablar...o mejor no, perderian la perfeccion que ya tienen de vida. Te entiendo, AMO a mis perros, y realmente son parte de mi familia y nuestras vidas.

Anónimo dijo...

Bueno he leido atentamente tu blog, y la verdad...no se que pensar. Muy al contrario que el resto de los comentarios, me parece no sabes querer a ninguna mascota.

De primero decirte, que al loro, lo tratastes fatal!! tirarle un zapato, es maltrato, y dejar en libertad a un pájaro que ha pasado su vida en cautividad, es firmarle su sentencia de muerte, pues no sabe buscarse la vida.

Ahora, por lo visto tienes a un putbull, que bonito es de cachorrito eh? cuanto lo mimas, que bonito...!! te has leido algun libro o has visto algun capitulo de cesar millan, el encantador de perros??

que vas a hacer cuando ese pitbull encaprichado crezca? y por tu culpa y por encapricharlo y no saber educarlo, se vuelva agresivo?? le abriras las puertas de tu casa y lo abandonarás, como hicistes con el loro?

Sinceramente, las personas como tu, no deberian tener mascotas, e incluso imagino que ni hijos. POr si eres capaz de abandonar a una moscota indefensa (sea loro, o perro... ambos son seres vivos...)es que no tienes corazon!!!

Espero que tu conciencia te deje domir por las noches.

INDIGNADA ME QUEDO CON TU COMENTARIO!!!