10 de diciembre de 2006

A corazón abierto

- ¿Me quieres explicar qué carajo estas haciendo? ¿Qué significa esta vaina?
- Amor...
- ¡Amor una mierda! ¡No me vengas con amores a estas alturas, depravado!
- Pero espera...
- No puedo creer esto.
- No es lo que tu crees...
- ¿Ah, no? ¿Y qué es lo que se supone que es, entonces?
- Bueno, es que...
- No, amorcito, ni se te ocurra inventar nada, porque no lo aguantaría. ¡Esto no tiene ningún tipo de explicación, así que ni pienses en decir nada!
- ¿Pero me vas a escuchar?
- ¡No, si yo más bien lo que quiero es irme y no escucharte más nunca! ¡Salir corriendo y tratar de borrarme de la memoria la imagen que acabo de ver! ¡Te voy a cobrar hasta el psicoanalista que me ayude a superar esta vaina que me echaste!
- ¡Cálmate, por favor!
- ¿Que me calme? ¿Te volviste loco? A ver, contéstame esto: ¿Desde cuándo, si se puede saber, te masturbas frente a la computadora viendo otros hombres desnudos en la pantalla? No, no, mejor no me digas. No hace falta joderme más la vida imaginandote quien sabe cuanto tiempo en esta maravilla oculta de tu sexualidad. ¡Marico! Resulta ahora que mi marido me salió marico. ¡Qué arrecho!
- Marico no...
- ¿Ah, no eres marico? ¿Entonces como es que le llaman a esto ahora? ¿Alternativo? Ah, no... verdad que los maricos son pelabolas, y como tu eres profesional, y trabajas, y tienes carro, no eres marico sino gay, ¿no?
- ¿Me vas a dejar hablar?
- No, no te voy a dejar hablar. No vas a hablar con más nadie. No le vas a explicar esto a nadie. Esto simplemente se acabó, ¿me expliqué? Por adulterio. Por diferencias irreconciliables. ¡Por lo que sea, menos por el hecho de que seas marico! ¡De esto no se entera nadie! ¿De acuerdo?

Ella y él habían tomado una ducha, se perfumaron y se sirvieron un par de copas que les permitieran desinhibirse un poco. Habían descubierto que con algo de alcohol, las sensaciones se multiplicaban, los hacía volar a lugares recónditos. Ahora, no hay límites.
En ese momento, sonó el timbre de la puerta.
- Abro yo, corazón.
En la puerta, un hombre muy atractivo vestido de manera casual, con una botella de vino blanco en la mano, esperaba.
- Justo a tiempo.
- Espero que les guste el vino.
Él entró y le dio a ella un beso en la mejilla. Ella cerró la puerta y vio como el adonis de trasero bien marcado se acercaba a su marido con mirada lujuriosa. Sintió calor; no sabía si era por el trago o por la escena que pronto daría comienzo.

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Como al sistema no le da la gana de dejarme montar una foto, les voy a dejar el link de un cuadro de Yoshiro Tachibana, japonés (obvio), llamado "Viaje al corazón"

5 de diciembre de 2006

Reconciliación

Hoy es 5 de diciembre. El día amaneció claro, fresco, pon pocas nubes en el firmamento. Todavía no he salido de mi casa desde la última vez, 03 de diciembre a la 1:00 pm, cuando me dispuse a votar en el que fue mi colegio durante 10 años.
Sin embargo, me da la impresión de que algo ha cambiado en el ambiente, aunque es evidente que no puedo saberlo si aun no he puesto un pie fuera de mi casa. Quizás soy yo el que cambió. Quizás todos cambiamos, aunque sea un poco.
No hay quien hable de fraude sin que sea silenciado por quienes piden "no más".
Pero hay muchos que, luego de la derrota, entienden que la realidad de este país es una muy distinta a la que les venden todos los días en los comerciales de televisión. Es muy distinta a la que vemos desde las autopistas, las calles de las urbanizaciones, los grandes supermercados, los malls mayameros.
En algún momento, quien sabe cuando, un grupo de venezolanos decidió que la flora y fauna de sus cerros no eran verdes; su ecosistema era conformado por ladrillos, cemento y láminas de zinc.
En algún momento, quien sabe cuando, un grupo de venezolanos decidió que "la ciudad" es solo la zona en la que la gente vive en edificios y quintas bien identificados, con nombres de calles y números en las puertas.
En algún momento, los venezolanos olvidamos que hay gente que no vive en "la ciudad".
En algún momento, comenzamos a pensar que la ciudadanía venezolana se obtenía en las universidades.
En algún momento, empezamos a creer que votan solo los que votan en "mi" colegio.
En algún momento, ocurrió un sismo que creo una barrera entre "ellos" y "nosotros".
Y ahora, no sabemos cómo, alguien habló del otro lado de ese muro. Cantos de sirena que movilizaron a quienes habían quedado allá, en aquel extremo, en la "otra" ciudad. Cantos que en algún momento, hace rato, dejamos de entender, que están escritos en una lengua distinta a la nuestra.
Ahora somos concientes de esa diferencia. Una diferencia que se materializa a veces solo en incomprensión, pero otras veces lo hace en resentimiento, rechazo y odio.
Y decimos que fueron hechizados por un encantador de serpientes, manipulados, engañados. Y decimos que el encanto surte efecto en aquel que no tiene capacidad para comprender lo que nosotros sí comprendemos. Que su verdad no es verdad.
Y nos dimos cuenta que los encantados son muchos. Muchísimos. Y quizás nuestro ratón moral nos recuerda que fuimos nosotros, hace mucho, los que abrimos ese abismo que hoy no permite que nos entendamos. Que la razón de nuestra depresión es que, en buena medida, somos responsables de que "ellos" hayan sido atraídos por los cantos de sirenas. Que el motivo de nuestro pesar es que ahora no sabemos cómo hacer para hablar el mismo idioma y convencerlos -no de que esa no es la vía-, sino que la vía debemos construirla juntos, en consenso.
Escuchemos: ese es el primer paso para reconciliarnos.

Besos y abrazos a quien corresponda.

2 de diciembre de 2006

Sin culpas...

Con ella ha tenido el sexo más ruidoso y ardiente que jamás se hubiera imaginado. Era como vivir permanentemente en una película pornográfica, donde la trama no importa y todo lleva a sus protagonistas a quitarse cualquier exceso de ropa y acabar en las posiciones más estrambóticas que el Kamasutra no ha podido graficar. Era placer a toda prueba, fantasías cumplidas y promesas de otras por venir. Litros de sudor y toneladas de gemidos (y a veces hasta gruñidos) que la convertían en un curvilíneo instrumento lujurioso de seducción y adicción. Las noches y los días no tenían límites, el movimiento era frenético, el descanso era un lujo que solo podían darse por ratos, porque cuando estaban juntos un terremoto sacudía el lugar y no había forma de detenerlos. Y las culpas no existían.
Pero con frecuencia su otra vida tocaba a su puerta. Con ella había pasado los mejores años de su vida. Seguía siendo una mujer hermosa aún luego de 15 años de matrimonio y tres hijos. Siempre fue una mujer dulce, trabajadora, sacrificada y responsable, sobre todo responsable de sostener, al menos afectivamente, a una familia de la cual ella se siente orgullosa. Amante de las rutinas, del calor de hogar, de la cena servida y las noches de cine entre amigos, de la lectura de un buen libro y de un buen vino rosado o blanco ("tinto se me sube a la cabeza, y después no aguanto la migraña", decía). Educada, complaciente, cuidadosa. El sexo con ella era así, bonito, tierno y delicado. De luces apagadas. Penetrarla era como allanar un recinto sagrado de terciopelo tibio. Sus suspiros parecían venir de lo más profundo del océano, como en un arrullo. Así se enamoró de ella y así ha vivido con ella todo este tiempo.

Para él, la escena era una pesadilla. Su mente parecía haberse congelado.
- ¿Qué vas a hacer ahora? -, preguntó ella visiblemente molesta.
- ¿Qué clase de pregunta es esa? No, si él no tiene nada que hacer. Soy yo la que tiene mucho por delante, más ahora que tengo que encargarme de todas las diligencias del divorcio. ¡Y ni pienses en poner un pie en mi casa!
- Pues te va a tocar buscar un hotel, papacito, porque a mi casa tampoco vas. Yo soy una mujer libre de ataduras y no ando buscando casarme ni arrejuntarme contigo ni con nadie.

Ella estaba seca por dentro. Sus movimientos eran mecánicos. Se notaba su saber hacer, pero le faltaba algo. El acabó dentro de ella, y ella se desmontó inmediatamente de su cabalgadura para vestirse. Recogió el dinero que había en la mesa de noche. Intercambió una pocas palabras con él -"gracias, me tengo que ir", según recuerda-, abrió la puerta que mostraba un "105" del lado externo y la cerró casi de portazo.
Él quedó echado en la cama, con el condón aun guindando de su mástil ahora penosamente dormido, iluminado solo por la luz de la televisión que emanaba una película pornográfica que no lo excitaba.

1 de diciembre de 2006

Enciende una vela...


Son muchas las cosas que uno podría decir en un día como hoy, en el que se celebra la Lucha Mundial contra el VIH/SIDA. La prevención sigue siendo lo más importante, el sexo seguro la vía para lograrlo.
En Venezuela, Acción Solidaria recibirá hoy de manos de la Organización Mundial de la Salud un reconocimiento como una de las organizaciones más efectivas en cuanto a manejo del tema VIH/SIDA. Solo cuatro organizaciones lo recibirán en Latinoamérica (Una de Brasil, otra de Argentina y una más de Colombia). El lazo rojo que está en mi índice los llevará a la página de esta organización.
Por otra parte, encontré la siguiente iniciativa, esta vez de parte de una empresa farmacológica privada, que donará un dólar para las invesitgaciones relacionadas con el virus, por cada vela encendida en su sitio web. Yo ya encendí una, y creo que todos los que podamos hacerlo deberíamos. Ninguna ayuda está de más para combatir la propagación de este virus.
Besos y abrazos a quien corresponda...