29 de octubre de 2007

“Menos apología de la anti-pluma y más esencia de bondad”


El español Andrés Piedehierro, Mr Bear Internacional 2007, se ha propuesto incentivar el movimiento oso en nuestro país. Después de ocho meses de reinado y siendo sucesor de, el otro español, Pedro Veral, Mr Bear Internacional 2006, Andrés, de 44 años, se ha propuesto que todas las Comunidades Autónomas de España celebren un certamen de tales características que de pie a que el colectivo se de más a conocer.

Para dar salida a esta iniciativa ha querido empezar por su ciudad natal Badajoz, donde este fin de semana han inaugurado el primer concurso de Mr Bear Extremadura.

El representante de la organización gay bear de Madrid “Madbear” se hizo con el máximo galardón en el concurso que se celebro en San Francisco el pasado mes de febrero.

Andrés ha querido dejar los estereotipos a un lado y ha contado a 20minutos como vive su año de reinado y hasta donde pretende llegar.

Andrés, ¿como viviste el concurso?

La verdad que el movimiento bear de EE.UU. está muy expandido y para mi fue una grata sorpresa que España volviese ha conseguir el triunfo y que Pedro Veral tuviera que entregar el título a otro paisano. Sigo sin creérmelo.

¿Cómo ha sentado que un extranjero vuelva a ganar el título de Mister Bear Internacional, siendo un premio ganado habitualmente por americanos?

Entiendo que el movimiento bear en Estados Unidos es muy fuerte y se han sorprendido de que el jurado no encontrara un ganador entre los representantes americanos. De todas formas creo que ya son conscientes de la capacidad de compromiso y del nivel del colectivo bear europeo y en este caso español.

¿Cómo es un concurso de estas características?

Aunque parezca mentira, tiene un parecido razonable a los concursos de belleza, pero aquí se busca más la esencia. Son cuatro días de certamen donde los candidatos, en mi caso 20, tenemos hacer varios desfiles, entrevistarnos con el jurado, participar en actos de protocolo y actividades sociales que sirven para recaudar fondos y varias pruebas sobre cultura general y test de actualidad.

¿Este es un concurso de belleza?

Esa pregunta le hice yo en mi discurso a la organización. Les pregunté que si buscaban sólo belleza o una persona comprometida, carismática y solidaria con el que todos nos sintiéramos representados. Si que es verdad que la imagen física condiciona, pero lo que realmente importa en estos certámenes es la actitud, la esencia. Se busca una persona bondadosa, solidaria, humilde y comprometida, en definitiva, un conjunto de características que hagan parecer que el candidato es una persona tolerante, cercana y ante todo persona.

Tu discurso parece que fue una crítica contra la organización. ¿Esta actitud te benefició?

El tema discurso fue un poco complicado, quise plasmar mi visión del concurso y llamar al orden sobre el riesgo que existe de división dentro del colectivo bear y la necesidad de unir nuestras fuerzas para conseguir objetivos más ambiciosos. Tiene que haber menos apología de la anti-pluma y más esencia de bondad. Con ello no buscaba mi beneficio sólo pretendía ser transparente y reconciliador. Tengo un carácter constructivo y no era mi intención ofender, solamente fui constructivo.

¿A qué te refieres con la división dentro del colectivo bear?

Me refiero que el colectivo bear ha experimentado un gran crecimiento y notoriedad dentro del movimiento gay, siendo motivo de mucha especulación por intereses comerciales y económicos y estamos en un momento de riesgo de pérdida de la esencia que caracterizó siempre este colectivo. Necesitamos sumar no restar.

¿Cuáles son tus labores durante este año de "reinado"?

Como el resto de los concursantes anteriores estoy trabajando para que el movimiento bear se expanda y se convierta en algo constructivo en beneficio de todos. Compatibilizo mi trabajo en el departamento de marketing de una multinacional de moda con los múltiples viajes por todo el mundo para participar en diferentes eventos. Pretendo seguir dando a conocer el colectivo oso.
Por otro lado, también quiere que mi imagen sirva como apoyo para la campaña "Pelos sí, a pelo no" que tiene como objetivo luchar contra las enfermedades de transmisión sexual.

Bueno, una de tus propuestas ha comenzado en tu tierra, ¿no?

Exacto, me di cuenta que aquí hay chicos muy guapos y después de que la asociación bear de Extremadura cerrara sus puertas no podía quedarme de brazos cruzados sin hacer nada. Así que decidí montar el concurso Mr Bear Extremadura que se ha celebrado este fin de semana.

¿La experiencia ha sido positiva?

Pues sí, la participación ha sido alta. Dos días de concursos y pruebas hasta que el jurado se decanto por Joaquín, un joven de 22 años que representa la esencia original que tiene el colectivo. Nobleza, salud y ternura.

¿Y éste es el comienzo de...?

Un concurso que esperemos se repita cada año y que proporcione un candidato de la tierra para el certamen de Mr Bear España que se celebra durante la primavera.

SERGIO ESTEBAN. 28.10.2007 - Tomado de 20minutos.es

25 de octubre de 2007

De la tolerancia: ¿hasta cuando el odio gratuito?

Hay algo que yo no termino de entender, en serio, de este asunto de la intolerancia, y son las expresiones gratuitas de odio. Me explico: la blogosfera, y en general el mundo virtual, es en esencia un mundo bastante libre -por no decir libérrimo-. Uno va y viene, entra y sale de la virtualidad cuando y como quiere. Visita las páginas que le interesan, y deja de visitar las páginas que no le interesan, hay una especie de selección natural en ese proceso. Se termina siendo amigo de alguien, asiduo de otros, visitante casual de otros tantos, y la experiencia -se supone- debe ser medianamente grata -si no fuera así, no lo haría, ¿cierto?-.
Bajo esa premisa, me cuesta mucho comprender a las personas que andan por la blogosfera dejando mensajes anónimos con expresiones de odio contra contenidos que no le son afines. ¿Es muy difícil contenerse? ¿Hay un placer morboso en aquello de revolcarse en lo peor que tenemos los seres humanos, el odio, para expresarlo abierta y anónimamente? ¿O será que justamente, por ser internet un espacio tan libre, se nos permite sacar todos nuestros resentimientos sin consecuencias aparentes?
Porque estemos claros: en el mundo real, si alguien me odia, no va a estar viniendo a mi casa todos los días a agredirme de gratis. Es posible que ocurra, pero evidentemente esa conducta podría traer consecuencias. Más de uno podría llegar a creer que esa persona manifiesta una actitud enfermiza, patológica.
Entonces, para no encadenarme -porque creo que el punto queda bastante claro-: a mis "amigos" anónimos que aparentemente disfrutan con dejar mensajes de odio hacia los homosexuales, por favor, busquen algo mejor que hacer. Aprendan a respetar -aunque esta solicitud la hago con esperanzas vanas-. En todo caso, mi actitud seguirá siendo la misma, y la hago pública en este momento: esta es mi casa, y en ella entra -es decir, comenta- quien yo quiera. Mi aspiración es que esta experiencia bloguera -y muchas otras- sean agradables, por lo que no existe una razón consistente que me obligue a dejar en mi espacio una manifestación de odio irracional hacia mi persona o hacia personas que, como yo, decidimos manifestar sin ningún problema nuestra orientación sexual. Así que mensajes con esa tónica, serán eliminados sin ningún tipo de contemplación. El tema puede discutirse con altura, con argumentos. No así.
A veces, hay que poner a la gente en su sitio, porque para locos, con los míos, ya tengo.

"La homosexualidad no es una enfermedad. La homofobia, sí" es el lema de una campaña que me pareció excelente y que hoy coloco como colofón de un asunto que, ojalá, no tenga que volver a discutir.
Besos y abrazos a quien corresponda.

24 de octubre de 2007

Pomarrosas en la cárcel

-Ten cuidado, que las ramas no se ven muy firmes.
Eso le decía yo a mi amigo Zumabila. Habíamos decidido treparnos en el arbol cargado de pomarrosas, que crecía en una acera de Güiria, pueblo natal de mi familia al que íbamos regularmente en vacaciones. Luego de varios intentos, ser el más alto y el más grande de mis compañeros de liceo no me ayudó a ser lo suficientemente agil como para treparme. Así que el trabajo le quedó a Zumabila, quien también era de Güiria, igual que mi familia.
Subió por las ramas con facilidad. El piso se encontraba repleto de pétalos, que son miles de hilos de color rojo profundo del largo de un pulgar. El movimiento que hacía Zumabila entre las ramas hizo que muchas flores siguieran cayendo, pero las frutas estaban bien pegadas al árbol. No tardó mucho en llegar a las primeras pomarrosas, pequeñas peras color magenta, que esperaban ser devoradas por algún depredador, por lo general aves de la zona. Quizás lo que menos se esperaban era que un par de preadolescentes se treparían cual monos a acabar con ese manjar de la naturaleza.
Pronto empezaron a llover pomarrosas por todos lados. Una a una, Zumabila las tomaba de las ramas y me las lanzaba para que yo las guardara en una pequeña bolsa que conseguí por ahí. Pero la mejor de las pomalacas no fue a dar a la bolsa.
-¡Mira, Luis, ni se te ocurra comerte todas las pomalacas!
-¿Estás loco? ¡Son demasiadas! Además, no se llaman pomalacas, sino pomarrosas.
-Es igual… ¿Y si las vendemos?
Yo ya contaba las pomarrosas de la bolsa –serían más de 20-. Zumabila seguía concentrado en la operación de búsqueda y captura cuando, sin darnos cuenta, llegaron dos policías uniformados.
-¿Qué están haciendo ahí ustedes dos? – preguntó uno de ellos.
Nos quedamos sin habla. Zumabila se bajó del arbol rápidamente, sin colores en el rostro, a pesar de ser tan oscuro como la noche.
-Ustedes como que se están robando esas pomalacas…
-¿Robando?
Zumabila y yo nos vimos por un instante. Nunca pensamos que estábamos robando, y menos que nos capturarían infraganti en plena aventura.
-Creo que lo mejor será llevarlos a la jefatura. Allá vemos qué vamos a hacer con estos ladroncitos.
Ya en la pequeña oficina policial, fuimos encerrados en una celda apenas iluminada. Los policías nos veían divertidos, preguntándose qué hacer con nosotros. Uno de ellos escogió una pomarrosa y la mordió con gusto. A cada bocado, la fruta emitía un golpe agudo y seco, partiéndose como las manzanas luego de un buen mordisco. Se regodeaba de gusto.
-¿Y si los hacemos comerse todas las pomarrosas?
-No es mala idea… Saldrán de aquí luego de que se coman todas las pomarrosas de la bolsa, - dijo el policía, con una sonrisa en el rostro.
Al principio, la penitencia nos pareció incluso divertida. Sabíamos que las pomarrosas estaban maduras y jugosas. Además, ¿para qué habíamos subido a aquel arbol en primer lugar?
Comenzamos a comer con gusto, atacando cada fruta con bocados enormes, para terminar rápìdo y salir lo más pronto posible de aquel hueco. Cada uno tendría que comerse al menos doce frutas.
Las pomarrosas fueron desapareciendo de la bolsa. Ese día, aprendí que una pomalaca puede ser una delicia: carnosa, con un penetrante olor dulzón, el jugo escapando por la comisura de los labios. Pero luego de cuatro o cinco, incluso el mayor de los placeres puede convertirse en una tortura.
-Luis, siento la boca reseca – dijo Zumabila, viendo con preocupación que faltaban más de la mitad de las pomalacas.
-Ya no quiero comer más.
-Tranquilo, ya no quedan muchas.
Mi boca ya no producía saliva, mi estómago hacía ruidos extraños. Cuando ya llevaba unas 10 pomarrosas, sentí nauseas. Apenas si mordíamos cada fruta, antes un manjar de dioses, ahora convertidas en un martirio viviente. Poco después, sentimos los pasos de los policías.
-¿Cuántas llevan?
Les mostramos la bolsa de pomarrosas, casi vacía. Seguramente nuestros rostros reflejaban el sufrimiento físico por el que atravesábamos.
-¿Será que los dejamos salir?
-Sí, vamos a liberarlos, pero nos dejan el resto de las pomarrosas de la bolsa.
Mis vacaciones en Güiria duraron una semana más, y durante ese tiempo, no pude quitarme de encima el dulce olor de las pomalacas.

Han pasado más de 20 años. Desde entonces, nunca más probé una pomarrosa.

5 de octubre de 2007

Carta al niño Jesús

Querido niño Jesús:
Luego de pensarlo mucho, decidí escribirte por última vez. Ésta será mi última carta, aunque en realidad uno nunca sabe. Pero de lo que sí estoy seguro es que ya no será lo mismo.
Ya había pensado cómo iba a ser la carta de este año. Te iba a pedir por la salud de mi familia, por mi papá, por mi mamá, por mi abuela que cada vez está mas viejita y por mi primo Luis, que ayer se fracturó un brazo mientras patinaba. Además, te quería pedir porque la gente en el mundo fuera cada vez más feliz, que se acabaran las guerras, porque he visto muchas cosas en televisión que me asustan y no quisiera que sigan pasando. Parece que la gente grande sufre mucho y no me gustaría sufrir cuando sea grande.
Quería contarte que, en general, creo que me porté bien, que hice siempre lo que mis papás me pidieron, fui obediente, respeté a los mayores, además de que siempre hice mis tareas y estudié mucho para traer buenas notas en la boleta. De hecho, me gané una medalla y todo en una competencia de deletrear que hicieron en el colegio. Quedé segundo, pero igual me dieron una medalla y mi mamá y mi papá me llevaron a comer ese día una pizza con mucho queso y jamón, que es lo que más me gusta en el mundo.
Te iba a contar que fui un buen hermano, que me porté bien con mi hermana, que la ayudé con sus tareas, la cuidé cuando me lo pidieron mis papás, y que un día ella me pidió que jugara con ella a las muñecas y yo jugué con ella solamente para que no se sintiera sola porque sus amiguitas no podían venir a la casa. Menos mal, porque a veces esas niñitas se ponen fastidiosas y yo no soy el payaso de nadie para estarlas divirtiendo. Pero mi hermana es distinta y yo la quiero.
También quería decirte que este año me fue muy bien en el beisbol. Ahora soy campocorto, como Ozzie Guillén y Omar Vizquel –segurito que los conoces-, que son mis ídolos y eso me gusta mucho. Todavía estoy aprendiendo, a veces se me caen las pelotas o lanzo mal, pero mi entrenador dice que voy mejorando y que por eso me puso en esa posición.
Otra cosa que te iba a contar es que este año comencé a aprender a tocar cuatro. Mi tío Alberto me compró uno y me trajo además un libro con muchas partituras y otras cosas que explican como se toca. El cuatro es muy bonito, aunque es muy dificil de aprender. Pero me gusta, y creo que voy a hacer todo lo que pueda por tocar algunas canciones.
Te iba a contar todas esas cosas, pero anoche, cuando me levanté a tomar agua en la cocina, escuché a mi papá y a mi mamá conversando. Los escuché diciendo que tenían que ir a comprarme los regalos del Niño Jesús. Que se estaban decidiendo entre un robot de juguete y unos juegos de video. No supe qué hacer. ¿O sea, que el Niño Jesús no existe? Y entonces pensé: debe ser que algo hice mal. Que no fui tan buen niño como creía. Porque una noticia así, enterarme de que tú, el Niño Jesús no existe, solo le pasa a la gente que hizo algo malo. Aun no sé exactamente qué fue lo que hice, pero por eso esta es mi última carta. Ahora entiendo que todos estos años fueron ellos los que me compraron los regalos, y que tú no existes.
Ahora me tocará escribir otra carta, para dárselas a mis papás para que sepan qué es lo que quiero de regalo este año, y no me vayan a comprar el robot ese que ellos creen que quiero. En realidad prefiero el carrito a control remoto y un aparato pequeñito de esos nuevos que sirven para escuchar música mientras voy al colegio (mi amiguito Ernesto me mostró uno que es buenísimo).
Saludos a papá Dios, -espero que él sí exista-.
Jorge.
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Sé que me estoy adelantando a las fechas navideñas pero todo tiene una razón. La carta es un cuento que forma parte de los ejercicios literarios que estamos haciendo en la Casa de las Letras Andrés Bello, nos pidieron que escribiéramos una carta a alguien. Esa carta debía ser la última, y la razón por la que es la última es que no hemos recibido más respuestas de nuestro interlocutor. Obviamente, ese último trozo del ejercicio no lo tomé en cuenta para escribir la carta de Jorge al niño Jesús.

Por otro lado, la imagen es el dibujo de un niño mexicano llamado Jesús Adrián Nápoles Medina, de 7 años que vive en California, y que ganó un concurso llamado "Este es mi México", organizado por el consulado de ese país en Los Ángeles.
Besos y abrazos a quien corresponda.