24 de octubre de 2006

Y es que te amo tanto...


- ¿Pero se puede saber qué carajo es lo que te pasa?
- Podrías comenzar por no levantarme la voz.
- Coño, pero es que contigo no se puede... ¿Qué pretendes? ¿Que me la cale, así, sin chistar?
- No te tienes que calar nada si no te da la gana, aquí hace rato que no estamos para calarnos nada de nadie.
- Mejor, entonces comprenderás por qué me molesto.
- No, y la mejor forma de que me lo expliques es bajando el tonito. No soy ninguna estúpida y tampoco me merezco la lapidación.
- Ok, está bien.
En ese momento, todas las presunciones fueron cayendo una a una, el muro se fue desarmando ladrillo a ladrillo como en un juego de lego. No, no me gusta ir a casa de tu mamá todos los viernes en la noche. No, no me gusta desayunar solo frutas y cereales para intentar mantener la línea. No, no quiero levantarme todos los domingos a lavar el carro. No, las sandalitas que te compraste no estaban a buen precio, de hecho me pareció que era un robo a mano armada. No, no quiero levantarme a las cinco de la mañana a caminar contigo en el Parque del Este. No, no me gusta cada vez que me comentas que los maridos de tus amigas son mejores que yo. No, no tenemos tantas cosas en común como tu crees. No, no puedo estar todo el tiempo contigo, a veces necesito salir con otras personas y conversar sobre otras cosas (aunque termine conversando siempre de ti y termine a tu lado contándote todo lo que hice y cuánto te extrañé). No, hoy llegué demasiado cansado del trabajo para ayudar a Miguel con la tarea. No, no te compré la guevonadita que me pediste que te comprara porque se me olvidó (y justo esa pendejada era imprescindible para que tu día fuera una maravilla). No, a veces no soy el marido perfecto con el que soñaste que te ibas a casar.
- Y es que te amo tanto que a veces no te soporto...

La pared estaba en el suelo. Desarmada pieza a pieza. Y es que te amo tanto, que tomaron cada ladrillo y lo colocaron lentamente en su sitio. Y donde hubo alguna vez una pared que lucía abandonada y maltratada, ahora había una nueva pared, con ladrillos que estaban allí desde hace mucho, pero también con otros ladrillos un poco más nuevos, de esos que no habían descubierto antes. Y es que te amo tanto, que ahora la pared era más resistente. Quizás no indestructible, pero sí muy fuerte, capaz de soportar otros tantos que a veces no te soporto.
Porque el amor se construye con ladrillos de verdad.

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La obra es de un artista llamado Lacamara, y la pieza se llama "La Pareja"

6 comentarios:

Anónimo dijo...

que bueno que no esta muerta

Anónimo dijo...

... es que siempre uno se espera el batazo por el guerguero...

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Muy bueno amigo. Con ladrillos de paciencia y comprensión. Y con la argamasa del amor.

EBE dijo...

Que look tan cool...saludos mi niño

funnycular dijo...

a mi tambien me sucede con mi novia.... Yo siempre digo que lo que no termina la relacion, la hace muchisimo mas fuerte, tal cual como en el relato!

un abrazo.! (pasate por mi blog si) aaannda! www.chancleteando.blogspot.com

(K)

Anitageo dijo...

Me parece que es muy lindo todo lo que escribes, es exactamente algo semejante a los que siento por la persona que amo y que me ama. Saludos.