En la plaza, aquel hombre hacía sonar su vieja y desvencijada flauta, tan dulce como sus notas. Era navidad y eso se sentía. De sus dedos surgían como magia villancicos, aguinaldos, todos ellos recordando a quienes oían la razón de tanto verde, rojo, escarcha. El resto del mundo callaba mientras el sonido de aquel instrumento llenaba cada rincón. Aquel flautista parecía no mirar, tan concentrado estaba en dar ese concierto, mientras los transeuntes hurgaban en sus bolsillos para llenar el del chaleco rojo que se paseaba por cada uno de los bancos de madera.
Llegó a su casa con un pan de jamón, una botella de sangría y un juguete, una chuchería que logró que le bajaran de precio en la quincalla de la esquina. Ya su hijo dormía. Comió un trozo de pan y se sirvió un vaso de vino, mientras escuchaba el resonar de los petardos que toda la ciudad había preparado para esa noche.
A las doce, se acercó a la cama de su hijo, colocó el regalo sin envolver, y murmuró "Feliz Navidad".
El niño abrió los ojos y de inmediato recordó que era día de navidad. Se levantó y encontró un regalo al lado de su cama. Era una flauta nueva y reluciente.
El niño la tomó y fue donde estaba su padre. Lo encontró dormido sobre la mesa maltrecha. Colocó la flauta sobre la mesa, tomó un trozo de papel y un creyón de cera que encontró en su cuarto y escribió una pequeña nota que decía: "Del niño Jesús, para mi papá".
4 comentarios:
Bruji:
Los Reyes han dejado en mi blog un presente para ti.!
Feliz Año 2007
Besos
yo
Namasté
que historia de navidad MAS BELLA, de verdad la lei y se me aguaron los ojos
A mí también se me aguaron... ufff... Muy lindo cuento, ufff...
Me parecio un lindo cuento, llenos de muchas imágenes de las cuales se podria hacer un cortometraje. si el autor aparece me gustaria perdirle los derechos de autor para hacer una historia.
YOAMA CASTILLO
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