Volaba, atravesando las nubes, y sentía el sabor dulce del algodón en sus labios, mientra el viento golpeaba su rostro a gran velocidad. Daba piruetas en el aire, logrando movimientos jamás imaginados para un experto aviador. Volaba y saludaba a las gaviotas y alcatraces que planeaban a su lado, y lo saludan con alegres graznidos, acompañándolo en formaciones aéreas dignas de un escuadrón invencible.
Sin más, la enorme gandola de carga con su valiosa mercancía recorría grandes distancias, atravesando ciudades y países enteros, con una potencia y velocidad que la hacían indetenible. La bocina, que al sonar lograba escucharse a diez kilometros de distancia (incluso más si la noche estaba quieta), era tocada por el conductor con orgullo cada vez que algún colega se atravesaba en la carretera, en son de camaradería.
Sabía que no le faltaba mucho para llegar a la meta. Muy pronto, su sueño de ser el piloto de automóviles más veloz del mundo estaría por convertirse en realidad, cuando la bandera a cuadros decretara su victoria. Ya había viajado a mayor velocidad que cualquier ser humano sobre la tierra, y en pocos segundos sería su consagración, el público lo adoraría y lo alzaría en hombros, aplaudiendo sin cesar la magnífica hazaña deportiva que había alcanzado.
Corría porque no podía llegar tarde al hospital, el paciente que agonizaba detrás necesitaba no solo de atención médica, sino de su capacidad para evitar el tráfico y abrirse paso entre los transeuntes que miraban impactados la fiereza y arrojo del conductor de aquella ambulancia, que hacía todo por salvar a su paciente.
Oyó la voz de su madre. Sabía que todo había terminado, que era hora de bañarse y cenar. El tiempo de juego se había agotado. Arrastró su carrucha, que su padre le ayudó a construir con las piezas que fueron recopilando durante largo tiempo. Mañana será otro día.
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La foto fue tomada por Richard Torres en el pueblo de Chuao, Estado Aragua
7 comentarios:
Quiero circular por tu comentario como cuando era niño y cualquier objeto era una nave espacial y los carros los haciamos de cartones y latas.
Muy bueno ambos, la foto y el relato.
Abrazos a ambos.
QUE HISTORIA MAS BONITA.... SEGURAMENTE LOGRARA SER LO QUE QUIERA EN SUS SUEÑOS
Hermoso, sencillamente hermoso. Me llevas a mi niñez, cuando no era necesario tantos cables, pantallas, última generación para jugar y ser: Bombero? Vaquero? Astronautas?
Todo lo mejor para ti
me ha encantado, y el nuevo diseño de tu blog está genial...nada mejor para empezar el año
exitos en el 2007
Hermoso escrito y hermosa foto, felicitaciones a ambos.. que bien el nuevo diseño del blog!, mas comodo (al menos para mis ojos jodiditos...) y muy sencillo. Un abrazote.
Blanco.... bonita piel de blog.
Es curioso como uno asocia a cada Bloger con su Blog, cuando entre fue algo extraño, te dá un aire distinto.
De la crónica diría que el juego condiciona roles y que hermoso que un niño juegue a explorar...
En tu plantilla pasada vi unas fotos, creo de tus vacaciones, recuerdo una en la que mostraba una calle de construcciones coloniales.
Un abrazo...
Goathemala: Me encantaba hacer aviones de papel y lanzarlos desde el balcón de mi casa, mientras imaginaba que era piloto y conocía muchos lugares en el mundo...
RICHARD: todos podemos llegar a ser lo que queramos. Me alegra que te haya gustado...
Silmariat: también tuve una época de robot, cuando estaban de moda Mazinger, El Vengador, El Dai Apolón, y otros más...
Gustavo: Que bien que te gustó. Tenía ganas de cambiar el color negro de fondo, lo sentía demasiado pesado...
Pablo: ¡Me alegra que te haya gustado! Un abrazote también a ambos.
Rafico: Sí, en efecto uno se hace una idea de la gente incluso por el diseño de su blog. Yo tenía rato queriendo cambiarlo.
Quien sabe si los juegos son al final una proyección del futuro.
De las fotos: no conseguía donde se generaba el código del flicker para incorporarlo, pero ya lo encontré y allí están de nuevo.
¡Muchas gracias por pasar de nuevo por esta casa! Me encanta reencontrármelos. Un abrazo a todos.
Un abrazo...
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