14 de febrero de 2007

La agenda

- ¿Nos vemos?
- Claro.
- ¿Dónde siempre?
- ¿Dónde más podría ser? No querrás que vaya para tu casa.
- No comiences.
- No me hagas caso, fueron ganas de molestar.
- ¿Y esas ganas de molestar son a cuenta de qué?
- A cuenta de nada, discúlpame. El cansancio, el trabajo, quién sabe. Pero estar contigo me lo quita.
- Yo también estoy cansado. Por eso te llamé.
- Claro.
Se hizo un silencio incómodo. Eso último no sonó bien, ya sabía por donde venía el asunto.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, ya te dije.
- Creo que nos conocemos lo suficiente para que quieras hacerme creer que no te pasa nada.
- Bueno, está bien, sí me pasa algo, pero no te lo quiero decir.
- ¿Por qué?
- Porque sé cuál va a ser la respuesta, y no tengo ganas de hablar del tema. Déjalo así.
- Está bien, lo dejamos así entonces.
Estos silencios lo hacían enfurecer. Ya se le estaban quitando las ganas de verlo. Si no se pusiera como ella cuando quiere pelear...
- Yo creo que mejor dejamos esto para otro día.
- ¿Qué pasó?
- Nada, me acabo de acordar que tengo que llevar a los chamos al cine esta noche. Se los prometí.
- ¿Cómo fue que te acordaste así de pronto?
- No sé, me acordé así nada más.
- ¡Qué conveniente!
- ¿Sabes qué? Te llamo luego.
- No, mejor no me llames. Yo te llamo.
Sintió cómo se cortaba la línea telefónica. Se quedó mirando el teléfono unos instantes. No quería llegar a su casa: su mujer estaba visitando a sus padres, se había llevado a los chicos durante el fin de semana y él estaría solo en casa, pero no le gustaba llevar a sus conquistas allá por aquello de la discreción. Además, uno nunca sabe cuándo uno de ellos se enamora y comienza una persecución tipo “Atracción fatal” que te termina arruinando el matrimonio y la vida. Nadie podía obligarlo a destruir su vida, su familia, su hogar, cuando él así estaba feliz: con un lugar seguro a donde llegar, y con la posibilidad de echarse su escapada de vez en cuando. Tenía demasiado tiempo haciéndolo para venir a cambiar ahora, no estaba dispuesto a arriesgar tanto. Así que quien quisiera estar con él, debía tener claro que siempre sería el segundo, el otro, el que no tiene derecho a nada.
Revisó la agenda del celular. Ni su mujer sabía de esta otra línea, este número de teléfono que compartía con los hombres que conocía a través de las salas de conversación virtuales o uno que otro bar de ambiente que visitaba cuando tenía la oportunidad. Si él no estaba dispuesto, algún otro de seguro lo estaría.
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El cuadro pertenece a la colección de Ludovic Debeurme, se llama "Dr. Jekyll", pero no pude identificar a su autor.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

esta buena la situacion.... jejejej cuantos conocemos asi???

Unknown dijo...

Muy bueno...la promiscuidad no tiene género no?...
saludos,

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Admiro tu habilidad para crear diálogos reales y situaciones nada forzadas. Me interrogo cuanta gente estará así, con dobles líneas y el temor a ser descubiertos.


Saludos.

tumejoramig@ dijo...

Esta es la historia de una muerte anunciada, todos hemos pasado por ello, de alguna manera refleja el día a día, las decisiones imposibles, los proyectos que no pueden seguir adelante...
Un beso

Hector Felipe Villamizar dijo...

Uno nunca entiende a “las personas” jejejeje Cuídate

Willy, el tímido dijo...

En el blog anterior colocaste una ilustración de Keith Haring.

Yo adoro a Keith.

Genial tu post

Un abrazo de un gorila tímido

Cafecontorta dijo...

Tu relato es tan perfectamente creíble que parece el ícono de montones de diálogos que se escuchan en el día a día. Se queda uno con ganas de la segunda parte, saber para donde va la cosa: ¿Querelle u Othello?
Pana, y felicitaciones por esa distinción de la BBC, merecida por demás. La manera consciente y racional en que has vivido la experiencia extraclosetística y tu talento para escribir te hacen candidato idóneo!

Jogreg dijo...

richard: son unos cuantos...

Martha Beatriz: en efecto, esto no es exclusivo de los homosexuales...

Loco: lo que me impresiona es la facilidad con la que pensamos que esta es una situación común.

Goathemala: Muchos más de los que nos permitimos creer... ¡Gracias por circular!


Mejor amig@: Es la historia de vida de mucha gente... no sé hasta qué punto podemos juzgarlas, la gran pregunta es a dónde te llevan.

Edtor Felipe S: a las personas no hay que entenderlas. Yo prefiero aceptarlos.

Willy: Yo había visto algo de Keith pero no sabía quien era. Me encantó su optimismo.

Saldivia: ¡Chas gracias, men! La verdad es que esos diálogos son tan comunes que parecen clichés. De esas cosas que uno no cree que pasan, y pasan demasiado seguido.
Un abrazo a ti y a Pablo.

De nuevo gracias a todos por visitar esta, su casa. Espero seguir viendolos por acá.