27 de septiembre de 2007

Avelino

Yo sé que las personas suelen tener dos abuelos y dos abuelas, pero yo tuve solo los abuelos maternos ya que los padres de mi papá murieron cuando él era bastante joven. Así que para mí, mi abuelo fue Avelino, el papá de 9 muchachos con Josefina. Nació en 1912, el 6 de abril para ser exactos, en Güiria, Edo. Sucre, y murió el 23 de julio de 1989 en Caracas.
Lamentablemente, para mi hablar de mi abuelo es hablar de un hombre que estuvo siempre, desde que lo recuerdo, muy enfermo. Poco a poco su salud se fue deteriorando, hasta que finalmente, luego de 18 años, falleció en su cama, donde pasó los últimos años de su vida. Tuvo durante ese tiempo diversos episodios críticos que nos hicieron pensar que ese final se adelantaría, pero su descanso ocurrió mientras estaba tranquilo, incluso se podría decir que sano dentro de su estado. Yo estuve con él durante mucho tiempo, incluso llegué a vivir en su casa los dos últimos años, y colaboré en lo que pude con sus cuidados diarios, cosa que realmente me hacían sentir útil, pero además, me acercaban a una persona que no podía responderme, pero que yo sentía que apreciaba nuestro esfuerzo por mantenerlo en las mejores condiciones.
A pesar de eso, son muchas las historias que de mi abuelo se pueden contar. Si algo se puede decir de mi abuelo es que fue un hombre muy trabajador, buen negociante y mujeriego. Era un hombre alto, grande, y considerado muy buenmozo en su época de galán. Comenzó su "carrera" instalando y luego administrando las rocolas que estaban instaladas en todos los bares existentes entre Carúpano y Güiria, por lo que viajaba constantemente entre una localidad y otra para buscar las monedas que los hombres dejaban en la máquina cuando decidían ir a tomarse un trago.
Con mucho esfuerzo, logró hacerse un nombre y un lugar en su pueblo, donde construyó un mini-imperio: Solíamos decir que era dueño de casi todo, a excepción de las ventas de comida y de ropa, ramos a los que no le metió nunca el diente. Ferreterías y ventas de materiales de construcción, galpones, cines, bombas de gasolina y gas, inmuebles, terrenos, quincallas, y hasta concesionario de la Ford Motors Company... ¡Qué no hacía mi abuelo para poder mantener a su familia cada vez más numerosa!
Su matrimonio con Josefina dio como fruto 9 hijos, y varios más fuera del matrimonio. Honestamente, no sabría decir qué tipo de relación tuvieron ambos, aunque las dos anécdotas que conozco muestran a dos personas con mucho carácter. Una de ellas, cuenta de la vez en que mi abuela se fue con sus amigas a jugar canasta en la casa de una de ellas, y mi abuelo, al llegar a la casa, se encontró con que su mujer no estaba. Al enterarse de que Josefina estaba disfrutando de los juegos de azar, decidió llevarse al jefe civil y denunciar que en esa casa había un garito, por lo que a todas las mujeres se las llevaron presas hasta que sus maridos las fueran a buscar. Por supuesto, mi abuela fue la última en salir del encierro.
La otra escena fue mas bien al contrario: se dice que en más de una oportunidad, mi abuelo llegó a la casa tarde en la noche, y encontró las puertas cerradas y su ropa en la calle, porque mi abuela no perdonaba las aventuras que mi abuelo se permitía cada cierto tiempo.
Sus hijos crecieron y se encargaron de la compañía, sobre todo a partir del momento en que la salud de Avelino comenzó a mostrar signos de desmejora. Hoy en día, aun quedan rastros del esfuerzo de mi abuelo, que todavía sus hijos y nietos podemos disfrutar: de hecho, la casa donde hoy vivo y donde funciona mi empresa fue la primera propiedad comprada por él en Caracas, cuando la capital los atrajo a inicios de los años sesenta. Obviamente ya no es lo mismo -en realidad, ninguno de sus hijos tuvo su caracter de empresario pujante-, pero ninguno de ellos puede decir que su padre aun colabora (luego de más de 15 años de muerto) con sus respectivas economías familiares.
Ambos, Avelino y Josefina, por alguna razón, no dejan de acompañarme. Y eso me encanta. Es cierto que la mayoría tiene cuatro abuelos... ¡pero los dos míos valen por veinte!
Besos y abrazos a quien corresponda.PD: En la foto superior aparecemos mi hermana y yo. En la foto inferior, Avelino y Josefina celebrando 50 años de casados. Por cierto, mi abuelo murió el mismo día en que cumplía 55 años de haberse casado con mi abuela, cosa de la que nadie se dio cuenta hasta que mi abuela se lo reclamó durante el funeral. ¡Eso sí que fue un detalle!

1 comentario:

gustavo dijo...

Te comprendo como pocos. Justamente hace algún tiempo me dejaste un comentario donde decías lo mucho que te identificabas con mi situación. Mi abuela murió el domingo, ya no aguantaba más pero decidió esperarme hasta que llegara a visitarla como siempre. SOn momentos duros chamo, pero el saberla descansando me da fuerzas para reponerme ante todo este dolor.