17 de marzo de 2014

Carta de Venezolanos en Andalucía al Príncipe de Asturias

Príncipe de Asturias
Don Felipe de Borbón y Grecia
Palacio de la Zarzuela
28071 MADRID


Sevilla, 17 de marzo de 2014
Su Alteza el Príncipe de Asturias Don Felipe:
Nos dirigimos a usted muy respetuosamente, en nombre de la comunidad de venezolanos que hacemos vida en la ciudad de Sevilla, con el fin de expresar nuestra profunda preocupación, tristeza e impotencia al ver lo que está ocurriendo en nuestro hermoso y muy extrañado país y solicitar de Su Majestad el apoyo que nuestro pueblo requiere en este momento.


Ya no es lo mismo. Las cosas han cambiado, y mucho. Venezuela ya no es el mismo lugar que nos arropó como sus hijos. Buena parte de nosotros, incluso, tuvo que buscar refugio en otras latitudes, hacer vida fuera de nuestro país, porque poco a poco el lugar en el que crecimos se fue desvaneciendo. Hundido en pobreza, en demagogia, en dolor y desesperanza.


Hace muchos años ya, se nos hizo una promesa de cambio. Una revolución que no hizo otra cosa que profundizar las brechas sociales, políticas y culturales que se venían haciendo presentes. Se promovió la “lucha de clases”, el resentimiento, el odio entre hermanos que piensan distinto. Se habló de “Patria, Socialismo o Muerte”. Muchos creyeron en ese cambio. Todavía algunos creen estar en el camino correcto. Pero muchos de nosotros -lamentablemente no podemos saber de forma confiable si somos o no mayoría-, creemos que lo que se ha construido, el Socialismo, nos ha llevado a uno de los más rotundos fracasos sociopolíticos que puede vivir un país. Y todo esto en un país que el mundo conoce como uno de los más ricos gracias a su petróleo.


Hemos quebrado como país. Nos han quebrado como nación. Ya no tenemos patria a la cual regresar, si así lo deseáramos.


Venezuela es un país donde la vida se pierde como quien juega a la lotería, en manos del hampa incontrolada, e incluso algunos se atreven a decir que promovida por el Estado. Casi 25 mil muertos sólo en el año 2013 (cerca de 80 por cada 100 mil habitantes, 3 cada hora), así lo atestiguan desde las morgues. Ya es imposible contar el número de heridos por la delincuencia, de robos, atracos, convirtiendo nuestras calles en zona de peligro permanente y nuestras casas en cárceles… La violencia ha sido el signo de nuestros tiempos, y lamentablemente, ha sido promovida también desde el propio gobierno con su discurso y sus acciones.


La economía, dependiente exclusivamente de los ingresos petroleros, vive sus peores momentos: ataques a la iniciativa privada, bajo crecimiento, importaciones controladas al igual que el intercambio de divisas: una mezcla explosiva que no ha traído otra cosa que alta inflación y escasez de los productos más elementales. Hoy en día, cualquier familia venezolana debe hacer largas filas de espera para intentar adquirir leche, harina, aceite o cualquier otro insumo de primera necesidad.


En el último mes, los estudiantes universitarios venezolanos, apoyados por la sociedad civil, han decidido dar una lucha contra un gobierno que ha demostrado estar dispuesto a violentar los valores más sagrados de cualquier democracia. El derecho a la vida, la libertad de expresión, la libre prensa, nuestro derecho a protestar pacíficamente, al tránsito, han sido anulados de forma implacable por nuestro gobierno, el cual solo escucha a quien piensa y se expresa como él, y reprime de forma cruenta a quienes piensan distinto y decidieron con coraje hacer valer el Estado de Derecho y de Justicia que se proclama desde nuestra Constitución.


Así, nos acercamos a la treintena de fallecidos, cientos de heridos, más de mil detenidos por protestar, quienes además han recibido tratos crueles e inhumanos por parte de las autoridades como la Policía Nacional Bolivariana o la Guardia Nacional Bolivariana, e incluso ya se han detectado casos de tortura documentados por ONGs de protección de los Derechos Humanos como el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), el Foro Penal o el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, por nombrar algunos de los más serios y con mayor trayectoria en esta área.


Ciudades como San Cristóbal, Mérida, Barquisimeto, Valencia, Puerto Ordaz, Maracaibo o Caracas viven bajo el asedio de las fuerzas represivas, a las cuales se les ha ordenado acabar con cualquier demostración de descontento por parte de los ciudadanos que decidieron salir a la calle para exigir un cambio de rumbo para Venezuela. Han atacado sin piedad a los protestantes, allanado hogares sin orden judicial que los avale, bajo la impunidad y libertad que le otorga un régimen que ignora otras formas de resolución de conflictos o peor: que entiende la polarización como una estrategia política legítima para aglutinar aún más poder. Muestra de ello es que, desde el propio gobierno, grupos de civiles han sido armados y entrenados, conformando Unidades de Batalla que actúan junto a las fuerzas militares y policiales, y que han sido utilizados para atacar a los manifestantes, atribuyéndoles una fuerza represiva inconstitucional y violatoria de cualquier tratado internacional de Derechos Fundamentales, enfrentando de esta forma a pueblo contra pueblo.


Como si esto fuera poco, las instituciones que se supone deben velar por los ciudadanos y protegerlos de los excesos del Estado han sido secuestradas por el gobierno: no contamos con la Fiscalía General de la República, la Defensoría del Pueblo o los Tribunales, quienes en su discurso y en la práctica, se han declarado abiertamente favorables a la Revolución Bolivariana, dando carta blanca a dirigentes oficialistas para que lleven adelante cualquier acción, por ilegal que esta sea, con el único fin de mantenerse en el poder y no el bienestar de su gente y mucho menos respetar la voluntad del pueblo. Estos organismos le han dado la espalda de forma sistemática a los venezolanos y han tergiversado su función. Ha quedado demostrado que continuar en el poder es lo único que realmente les importa, y llevarán adelante cualquier acción para lograrlo.


Frente a esta situación, que se ha hecho patente a través de los testimonios, fotografías y videos que han sido publicados en redes sociales y medios de comunicación social internacionales (ya que la censura y la presión gubernamental han logrado callar a los medios venezolanos), nos ha asombrado el silencio que han mantenido los gobiernos del mundo. Vemos con indignación y profunda tristeza que todavía no existe un pronunciamiento contundente contra la violación de los Derechos Humanos en Venezuela. La Organización de Estados Americanos y la Unión de Naciones Suramericanas parecen estar viviendo las consecuencias de una relación diplomática con Venezuela signada por las “ayudas” que el gobierno ha otorgado a muchos países, dinero que se obtiene por nuestro petróleo: recursos imprescindibles para superar la pobreza en nuestro país, pero que sirven para comprar conciencias en Latinoamérica y en otras latitudes.


Por esto rogamos a Sus Majestades que volteen su mirada a Venezuela. Nosotros, los venezolanos que nos hemos visto obligados a convertirnos en inmigrantes, que buscamos en España la esperanza y la fe en un futuro que el gobierno venezolano nos arrebató, no podemos hacer más que apoyar desde aquí a nuestros compatriotas que luchan por recuperar las libertades perdidas y rezar por la paz y la reconciliación de un pueblo que ha sido azuzado desde el poder político y militar de forma permanente y deliberada para vivir en guerra y cargados de odio.


Ya basta de muerte. Ya basta de violencia y de odio. No más.


Desde lo más profundo de nuestros corazones, de la manera más humilde, les pedimos: por favor, ayuden a Venezuela.


Estos venezolanos que hemos aprendido a vivir y a amar a España tanto como ustedes, se lo agradeceremos.


Queda de usted,


María Auxiliadora Piñero Badaraco
Jogreg Henríquez Aellos


SOS Venezuela en Andalucía

No hay comentarios.: