17 de junio de 2006

La vida es puro teatro


¿Hasta qué punto uno es uno? Este no es un dilema matemático ni mucho menos. Es un asunto casi de vida o muerte, más de vida que de muerte, un asunto demasiado serio sobre el que practicamente no pensamos.
Cuando yo me muera, ¿qué irá a decir de mi la gente que me conoce? ¿Hace falta morirse para eso? No es que ande buscando que me lo digan, ojo, es una pregunta que les dejo para que lo piensen como tarea para la casa. O para la mente. A donde quiero llegar es: ¿será que lo que digan de mi concuerda con lo que yo creo que soy? Parece un tema sin importancia, eso de qué piensan los demás de uno. Incluso, pasamos la vida intentando no pararle al qué dirán. Pero una cosa es ese superfluo qué dirán, con el ánimo de crítica por delante, y otra muy distinta es lo que efectivamente ve la gente en uno, y si eso que la gente ve es lo que uno ve cuando se mira al espejo.
La cosa es que siempre termina dándome la impresión de que uno se pasa la vida actuando. También sé que no estoy diciendo nada nuevo, pero cuando te cae la locha te cae. Es cuando te das cuenta de lo vital que es decidir si actuas o no actuas, ver cuál es el papel que quieres interpretar.
Me recuerda a una historieta de Mafalda (adoro a Mafalda), en la que Miguelito, con su cabezota de lechuga, le llega a Felipe, que está de lo más tranquilo mirando el horizonte, y le dice que al final uno tiene tres opciones: Dársela de sabrosito para que todo el mundo te admire, dársela de arrecho para que todos te teman, o tratar de pasar desapercibido (por supuesto, Quino no lo escribió de esa forma). Miguelito le dice que de esa decisión depende la vida misma... Y por supuesto, le amarga la vida a Felipe, que andaba de lo más tranquilo pensando nada.
Así es que al final, más allá de las circunstancias, uno debería decidir cómo carrizo es que va a vivir, y creo que la idea es tratar de que el resto de la gente con la que uno inevitablemente se relaciona tenga una imagen bastante cercana de la decisión que uno tomó, no vaya a ser que a la hora de morirse, digan de uno "es que él era tan bueno" cuando en realidad eras una mierda...
Besos y abrazos a quien corresponda...

Obra: EL ESPEJO
Autor: A. ZALCE
SERIGRAFÍA
1991
44x51 cm
Cento Cultura Universitario, México

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es, añadiría (.) y aparte and avanti

Carmelo Lattassa dijo...

Pana, yo me cambio voluntariamente de rumbo pero para crecer yo, para sentirme yo, para dejar de sufrir yo... La gente dirá cualquier cosa según las circunstancias y más aun, quién sabe si tendrán un juicio propio. Si nosotros pasamos la vida entera intentando desentrañar quienes somos, me dirás tu qué puede saber la gente que a penas te conoce. Yo tengo aquí 15 años, los cumplí justo el 16 de junio. ¿Crees que mi madre sabe en quien me he convertido? ¿Podría ella decir algo bueno de mi si me sobrevive?

Si no alcanzamos el destino definitivo de convertirnos en Buda, es bueno también ser lo que realmente somos, sea lo que sea que eso signifique.

En cuanto a la respuesta que me dejaste en el blog, solo tengo que añadir que, en todos los intercambios se produce una sexualización que nos define... aunque 4esta sea sutil... prueba a quitarte el sexo para que veas como generas confusión.