Quien sabe cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo vio partir. Había tomado su hatillo con las pocas prendas que tenía, su biblia y la pequeña cruz de palo que le regaló su madre cuando hizo la primera comunión, se lo terció al hombro con un mecatillo y tomó la herrumbrosa y destartalada guagua que una vez a la semana comunicaba a aquel caserío con la vida, con otra vida. Le había dicho que allí no había futuro, que tendrían que olvidarse mutuamente: el pueblo de él y él del pueblo que lo vio correr por sus calles que hoy no eran más que arena, salitre y un viento cálido y cortante que quemaba la piel.
Así, él y su pueblo se borraron mutuamente de sus memorias.
Pero ella no. Ella todavía lo espera. Ella no lo olvida.
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La foto es propia, y fue hecha en la playa de la población de Quisiro, Edo. Zulia, al norte del Golfo de Venezuela cerca del Edo. Falcón.
3 comentarios:
que bonito está pero altoponer quien y donde se hizo la foto
Corto pero contundente.
Todo lo mejor para ti.
PS: No estaba ni muerto ni de parranda. Trabajando y mucho
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