18 de marzo de 2008

Encierro

- ¿Cómo te fue?
- Bien.
- ¿El trabajo?
- Normal.
- ¿Nada nuevo?
- No.
- ¿Quieres comer?
- Más tarde.
Encendí la televisión.
- ¿Qué están dando?
- No lo sé.
- ¿Quieres tomar un baño para que comamos algo?
- Puede ser. Más tarde.
- Compré unas sales nuevas para el baño y un gel de aromaterapia que sirve para relajarse. Si quieres te doy un masaje mientras te bañas con agua tibia.
- Ahora voy.
Miraba la televisión, cambiaba los canales automáticamente, sin fijar mi atención en ninguno de ellos. No sé cuanto tiempo pasó. No sé si me quedé dormido en el sofá. Sonó el teléfono varias veces. Salí de mi hipnosis y tomé la bocina. La misma voz que me acompañaba todos los días ahora me hablaba desde el otro extremo de la línea telefónica.
- Ni siquiera te diste cuenta, ¿verdad?
Solo en ese momento sentí la soledad de la casa.
- Espero que te vaya bien. En estos días voy a recoger mis cosas. Adiós.
Se cortó la comunicación. Me tiré en el sofá y no me moví más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jejejeje eres malo

Anónimo dijo...

maluco!!

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

La rutina, no?

Todo lo mejor para ti.

PS: Debe ser la “Semana Santa”. Resucité sin pasar por lo engorroso de la crucifixión ni la muerte.