Sin embargo, ayer, por aquello de que me emociona el tema olímpico y Venezuela obtuvo una medalla de bronce, decidí publicar la nota. Dije que hemos vivido algunas decepciones, pero que vale la pena celebrar porque Dilia Contreras obtuvo su medalla.
¿Qué ocurrió? Que los venezolanos no somos capaces de ponernos de acuerdo ni siquiera en qué sentir sobre este hecho. Hay quien se molesta porque los atletas no rindieron. Hay quien se alegra porque al menos uno llegó a la meta. Hay quien se molesta con quien se alegra. Y comienza una batalla campal.
Yo no digo que deba existir una uniformidad de reacciones. Pero a veces hay que dejar la mezquindad a un lado y alegrarse por el triunfo de un compatriota. No entiendo cómo para algunos es literalmente imposible dejar de lado por un minuto sus posturas políticas, el contexto del asunto, las coyunturas, para mirar el asunto desde el lado positivo: la muchacha logró el cometido y se trajo una medalla. Eso es bueno. Es una alegría que podemos darnos el lujo de compartir. De sonreir aunque sea un instante y decir "que de pinga, mira a la muchacha en el podio y la bandera, mi bandera, allá arriba". El uniforme de esa chama lo que tenía escrito en la espalda era "VEN", que significa "VENEZUELA". Y eso es algo que todos los que nacimos o vivimos en esta tierra tenemos en común.
¿Es muy dificil eso? Parece que sí. Hacía mucho rato que la gente no dejaba comentarios en este espacio porque yo tampoco publicaba. Y una alegría se convirtió en un ring de boxeo. ¿Hacía falta? No. ¿Era de esperarse? Lamentablemente, tal y como están las cosas, sí.
Ya ni compartir una alegría se puede. Deberíamos aprender que, de vez en cuando, hay que dejar de pelear y guardar los guantes.
Besos y abrazos a quien corresponda
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Actualización: Por cosas como esta sí valdría la pena decirse algunas cosas...
1 comentario:
Querido Niño:
...yo lloré cuando la entrevistaron en TVES (caracha con nosotras)...
Besitos,
BEA
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