28 de diciembre de 2011

2011

25 de diciembre de 2011

Violencia... otra vez

Las estadísticas son una cosa seria, aunque hay gente que no se las toma en serio. Lamentablemente, sobre el tema de la violencia, tal parece que en nuestro país no hay familia que se escape de ella, y esta vez le tocó a la nuestra.
Los protagonistas: mi primo de 22 años y su novia, embarazada de 6 meses. Pretendían llegar hoy 25 de diciembre a visitar a la abuela de ella, que vive en El Cementerio. Cuando llegaban a la casa, se encuentran que los vecinos, de forma arbitraria, habían trancado la calle para "celebrar la navidad". La novia de mi primo se baja del automóvil para pedir que les permitieran pasar, ya que se dirigían a un edificio que queda dentro de la calle cerrada. Palabras más, palabras menos, una mujer presente le negó el paso, y ante el reclamo de la embarazada, la mujer le dio una cachetada.
Mi primo se bajó muy molesto del vehículo y empujó a la agresora. ¿Qué ocurrió? Se terminó armando una trifulca donde volaron botellas de refresco y quien sabe cuantos otros objetos contra mi primo y su novia por parte de la gente que estaba reunida en el lugar. Pero el colmo fue que uno de ellos tomo la rama de un árbol y, acercándose por detrás, le propinó tal golpe a mi primo en la cabeza que lo dejó tirado en la calle, inconsciente. La rama se partió del golpe y rebotó también en la cabeza de su novia, quien también cayó al piso.
Ahora ambos están en la clínica, ella inconsolable con un collarín y sin recordar nada de lo ocurrido. Por lo que se sabe hasta ahora, el embarazo no sufrió consecuencias del incidente. Él, con una fisura en la cabeza y con una probable conmoción cerebral ya que, aunque está despierto, ha perdido parte de la memoria y no recuerda varias cosas, como algunos nombres o sucesos (por ejemplo, no recordaba si ya se había graduado en odontología, ya que su acto es en febrero). La cara le quedó muy golpeada, por lo que además de un neurocirujano, está siendo evaluado por un cirujano plástico.
¿Cómo quedará esta agresión? Recordando a mi amiga Nadia, ¿quién responde? Este episodio está aun por resolverse ya que, como se pueden imaginar, las personas implicadas son vecinos de la muchacha o conocidos de la zona...
¿Qué decir que ya no sepamos? ¿Gracias a Dios quedaron vivos? ¿Esa frase que acompaña a todos los que son víctimas de la violencia pero que no terminan en la morgue? La verdad, no es consuelo. Al menos no ahora.

20 de diciembre de 2011

El Espíritu de la Navidad en la red

El Mercosur de Chávez


Esta mañana el presidente Hugo Chávez llegaba a la República Oriental del Uruguay para participar en la Cumbre del Mercosur. Por primera vez, el líder bolivariano sale del país a un destino distinto a Cuba y con motivos distintos a la atención de su propia salud.
Tuve la oportunidad de escuchar un segmento de la declaración que ofreció apenas pisar tierras sureñas. Orgulloso, como siempre, Chávez señalaba la importancia de participar en esta cumbre, apuntando lo conveniente que resulta para el Sur que Venezuela forme parte de esta comunidad. "Somos la puerta de entrada del Mercosur al Caribe. Además, en mi gobierno miramos al sur: antes éramos una colonia yanqui, todo era Miami o Nueva York. Ahora, Venezuela mira al Sur".
Luego, la perla que provoca esta reflexión: "A quien más le conviene que Venezuela esté en Mercosur es a los países del Mercosur. Mi gobierno está dispuesto a mejorar las relaciones comerciales con estos países, a comprar millones de dólares en productos del sur. Y a cambio, Venezuela les dará petróleo, todo el que necesiten".
Esa es la geopolítica de este gobierno. Nada dijo acerca de la necesidad de que nuestro país mejore su producción y amplíe sus mercados en otros rubros. Venezuela no anda pendiente de producir más café, cacao, carne, leche o pollos, mucho menos productos manufacturados. Lo único que sabemos hacer es producir petróleo, que con eso pagamos los pollos brasileños o la carne argentina con la que solventamos el tema de la soberanía alimentaria.
Mientras tanto, los productores criollos ven como disminuye su capacidad productiva, los venezolanos sufrimos de la inflación más alta del continente -por no decir que del mundo-, y nos convertimos en un país con una economía de puertos, donde las mayores transacciones comerciales se dan en las aduanas -que no son muy benditas, por cierto- y siempre apostando a que el ganador sea el otro: Cuba, Nicaragua, Ecuador, o ahora los mejores amigos de Uruguay, Brasil, Paraguay o Argentina.
Menos mal que este gobierno defiende la soberanía patria a como dé lugar, que si no... Ya lo dijo él mismo hace unos años: Los presidentes de Cumbre en Cumbre y los pueblos de abismo en abismo...

7 de diciembre de 2011

Desarrollo del podcast en Venezuela

Este es un documental realizado por Andrea Guarisma (@DynamiteAndre) como trabajo de grado para obtener su título de Comunicadora Social. Agradezco enormemente que me haya considerado para formar parte de sus entrevistados. El contenido es muy interesante. Ahí se los dejo...

Desarrollo del Podcast en Venezuela from Andrea Guarisma on Vimeo.

La lluvia también es de todos

Una de las cosas más democráticas que tiene el planeta es la lluvia. Cuando cae, no tiene distingo de raza, credo, orientación sexual o clase social. Cae sin contemplaciones, sin miramientos.
Y justo porque no tiene preferencias, la naturaleza tampoco suele estar pendiente de quienes sufren las consecuencias de sus manifestaciones más contundentes. Los terremotos, tsunamis o tormentas suelen tener un paso arrollador que termina cambiando la vida de quienes habitan las zonas donde se presentan estos fenómenos naturales. En nuestro caso, la lluvia cae sin imaginar que el río Guaire puede llegar a salir de su cauce, porque el embaulamiento no logra contener la fuerza del agua. Que esa corriente gigantesca es capaz de socavar las bases de la autopista hasta ponerla al borde del colapso.
La lluvia no tiene por qué pensar que un árbol puede caer sobre un automóvil y acabar con la vida de su conductor, o generar lagunas enormes que hacen que los carros se ahoguen cuando intentan cruzarlas. El aguacero no es responsable de hacer que las quebradas caraqueñas crezcan hasta introducirse en las casas construidas a su alrededor, obligando a sus habitantes a abrir orificios en las paredes para que el agua desocupe más rápidamente su hogar y de este modo intentar recuperar algunos de sus enseres.
Si le preguntan a algunos de los expertos de nuestro país en el tema de protección civil y prevención de desastres (como Carlos GenatiosÁngel Rangel, por ejemplo), escucharán el discurso que ha sido repetido hasta la saciedad pero que, lamentablemente, es palabra hueca para quienes, en definitiva, deben tomar las decisiones de políticas públicas que eviten males mayores. Nos explicarán que ha sido el hombre quien, en su afán por domar a la naturaleza, o simplemente hacer caso omiso de sus advertencias, continúa construyendo cerca de ríos y quebradas, en terrenos inestables. O que algunas infraestructuras requieren de un mantenimiento que no se hace por las más diversas razones. E incluso, que a pesar de las advertencias de organizaciones gremiales como el Colegio de Ingenieros, no se hace nada para que puentes, autopistas o casas no colapsen.
La ciudad de Mérida se encuentra prácticamente incomunicada por las lluvias, con derrumbes que afectaron las vías hacia El Vigía o el páramo. Caracas vivió momentos de angustia en la carretera vieja hacia Guarenas, en la propia autopista CCS-Guatire o en la que comunica con La Guaira. También hubo derrumbes en la bajada de Tazón, en la vía que comunica Santa Mónica con Cumbres de Cúrumo y hasta colapsó la autopista Francisco Fajardo a nivel de Antímano-Mamera. Las lagunas se hicieron presentes en muchos lugares de la ciudad y un árbol le quitó la vida a un doctor que iba en su automóvil en Las Mercedes. En Maracaibo, la situación es similar y ya se cuentan en varias centenas las personas afectadas por las inundaciones.
Todo eso ocurrió en un día de lluvias. Un día que han sido varios, porque desde hace unos cuantos días no ha parado de llover en todo el país. Y es como si viviéramos otra vez en 1999. Con la diferencia de que 13 años después y con una Ley Habilitante "para las lluvias", no se justifica que el miedo siga instalado en nuestra conciencia cada vez que al cielo le da por democratizarse.

6 de diciembre de 2011

La violencia de Guanare

Los periódicos amanecieron relatando las acciones de protesta que los pobladores de Guanare, en el estado Portuguesa, llevaron adelante luego de que se conociera la noticia del asesinato de un niño de 5 años por parte de las personas que lo cuidaban.
Sobre este suceso son varias las reflexiones que surgen, y cada una preocupa más que la otra. La primera, quizás la más obvia, es que la violencia sigue haciendo de las suyas en cualquier rincón de nuestro país, una violencia ciega que no discrimina. Lamentablemente, en este caso (como en muchos otros), la víctima es un niño. En nuestro país, la mayoría de los crímenes son cometidos contra hombres jóvenes y eso tendrá, más tarde o más temprano, consecuencias en nuestra propia demografía. Por cierto, esos crímenes son cometidos también por jóvenes, y si no, vayan a ver de qué está compuesta la población penitenciaria de nuestro país, que encontró en el crimen y la violencia un negocio sumamente rentable.
La otra tiene que ver con el suceso en sí mismo: se presumen torturas, maltrato y hasta violencia sexual contra un infante. Solo imaginar lo que pudo significar la vida de este niño durante sus últimos momentos entristece el ánimo de cualquiera y nos hace preguntarnos qué pudo llevar a un grupo de personas adultas a promover y participar en una situación como esta. Se puede leer que hay evidencias de consumo de alcohol y drogas en un contexto de celebración o de rituales mágico-religiosos. Y para colmo, estas personas estaban a cargo del "cuidado" del niño, y su propia abuela acusó de maltratoa la mamá del niño. Entonces, estamos hablando  de personas que, por lo narrado hasta ahora, no tenían ningún escrúpulo en relación a la presencia de un niño en actividades de adultos, al punto de incluirlo -peor aún- en estas actividades, convirtiéndolo en el centro de las prácticas que provocaron su muerte.
Finalmente, la reacción del pueblo de Guanare. ¿Qué lleva a un grupo de personas a protestar hasta el punto del saqueo y destrucción de comercios por el asesinato de un niño? ¿Acaso la justicia se logra arremetiendo contra los locales comerciales? Ciertamente, la indignación por el hecho justifica la protesta -y de solo imaginar que esto ocurra en Caracas... viviríamos en una protesta permanente-. Pero aquí hay dos consideraciones: la primera tiene que ver con nuestra propia capacidad de regularnos. En la práctica, la violencia fue respondida con más violencia, y hasta ahora, nadie nos ha demostrado que actuar de esta forma resuelve algo. Es catártico, quizás, pero más nada.
Y justo allí viene la segunda consideración: ¿acaso alguien en este país resuelve algo? El problema de la falta de institucionalidad en el país ha generado un clima de desconfianza enorme en una sociedad que no cree que policías, tribunales y cárceles darán respuesta a su exigencia. Que temen que la impunidad se hará nuevamente presente -como en el 92% de los casos investigados por la Fiscalía-. Que piensan, a estas alturas, que lo mejor es tomar la justicia por su mano (que no es justicia, en definitiva). Un Estado gigantesco, amorfo y anómico, incapaz de dar respuesta a los principales problemas de la gente, provoca válvulas de escape en una sociedad que no tiene más herramientas para reaccionar que la violencia en la cual se fundamentan sus relaciones.