16 de noviembre de 2006

Ella...


Una fiesta. Toda ella era una fiesta. Se despertaba con una sonrisa en la cara. Se levantaba de la cama llena de energía, rápidamente, para aprovechar la mañana -"el que madruga recoge agua clara", pensaba-. Se metía al baño y el jabón de tocador era una explosión de rosas, las cremas para el cuerpo olían a chicle de cambur y la pasta de dientes incendiaba su boca de menta fresca.
Bailaba al ritmo de lo que sonara en su cabeza mientras se secaba el cabello alborotándolo hasta más no poder. Su ropa interior siempre tenía aquel toque que la hacía sexy y divertida. En su guardarropa no existía el negro, el marrón o los pasteles. Su maquillaje no dejaba de lado los carmínes. Sus zapatos no tenían un tacón de menos de cinco centímetros.
Caminaba con ritmo. En su casa le habían enseñado que caminar era todo un arte que había que cultivar, indispensable para llevar la vida con buen humor. Sus caderas eran todo un péndulo que hacía voltear a cualquier alma que se le atravesara a aquel terremoto. Y al frente, sus redondeces rebotaban al son del mejor güagüancó que se haya podido bailar.
Era el clásico ejemplo de la latinidad, curvas peligrosas, piernas de campeonato, cintura de avispa, carne canela dulce. Un espejismo hecho realidad.
Así era ella, toda pasión.
Poco después, llegaba a su trabajo. El vigilante la saludó con uno de esos "buenos días, mami" que salen del alma, y ella felíz le guiña su ojo de largas pestañas. Subía las escalones con una gracia digna de la más top de las modelos cuando un pequeño incidente -"maldito tacón, yo sabía que se iba a partir"- la hizo rodar escaleras abajo.

El doctor que la atendió fue una bendición, el mar de las cortesías.
- Doctor, cuénteme, ¿es muy grave?
- No, Carlos, no te preocupes. Es apenas un esguince, unos días con la pierna inmovilizada y algo de reposo y volverás a ser la misma de antes.

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La foto (no las piernas) es del uruguayo Daniel Machado.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

pobre carlos... siempre le dije que los zapatos hay que elegirlos bien jejejeje... que bonito fuera que estas historias ueran realidad... que la tolerancia llegue al punto que pase sin que nadie se de cuenta, que no exista la tolerancia por que ya es cotidiano, que cada quien es como realmente quiere ser

Anónimo dijo...

Excelente el relato.
La tolerancia es el componente esencial de la urbanidad y de la democracia. Almodovar ha hecho por aquí, más por la integración de los transexuales que todas las ayudas del Gobierno a las Organizaciones No Gubernamentales. Pero falta mucho por hacer en todos los planes especialmente el laboral. Aún así, existen heroinas ejemplares capaces de conseguir lo inimaginable, hasta hace unos años, como ablandar hasta a la Guardia Civil (un "varonil" y recio cuerpo mitad militar, mitad policial). Después de lo que ha conseguido esa señorita del enlace, las únicas fronteras que podemos tener son las de nuestra cabeza y deben ser derribadas.

Saludos.

Carmelo Lattassa dijo...

Yo conocí a Tania, que se vestía por Chueca siendo más mujer que todas las mujeres... Me pareció tan bella, que al final no supe si esto que pretendemos tan femenino no es otra cosa que una invención del hombre... y un poco más atrás de la mujer...

Anónimo dijo...

¡Ay Jo! Me has hecho recordar a uno de mis personajes favorítisimos de la saga Almodovariana: La Agrado.

¡Buenísimo! ¡el relato te quedó buenísimo!

Un abrazo feminizado,

Anónimo dijo...

Cada visita a tu blog es un paseo por líneas llenas de magia, que me hacen imaginar a los personajes que cuentan tus historias. Este Carlos es la representación de lo que muchos queremos, un mundo lleno de tolerancia donde la gente valga por lo que es en escencia y no por cómo viste o las preferencias de cama que tenga. Ojalá todos podamos ser ese Carlos, orgulloso y seguro de sí mismo, y que cada uno de nosotros sea ese vigilante que saluda a todos desde el alma.
Un gran abrazo para tí, y los mejores deseos cada día

Câline dijo...

Apoyo lo que dice Richard y de verdad que me encantó "verle" el caminar a Carlos.
Te quedó excelente!

Cafecontorta dijo...

100% de acuerdo con Richard. Pero mientras llega ese momento, debemos propiciar que por lo menos haya respeto.
Es curioso, los mayores grados de acpetación de lo transgénero como algo humano-posible-normal lo he visto en ciudades muy cosmopolitas, y en pueblos muy apartados, casi rurales.

Jogreg dijo...

Richard: Seguro que los zapatos eran Lucchi, los zapatos de las misses... Para que lleguemos a esa situación, creo que lo lógico es comenzar por ser lo que cada quien quiere ser, enfrentando con valor a quien podría ser poco "tolerante".

Goathemala: ¡Que vivan Almodovar y la Guardia Civil!

Carmelo: Estoy casi seguro de que ambas cosas son convenciones que hicimos entre todos, poco tiene de instintivo que una mujer camine, se vista y se pinte como lo hace.

Naky Soto: De nuevo, ¡Viva Almodovar!

Gustavo: Gracias por tus palabras. Insisto, creo que todo comienza en el valor que tengamos de ser nosotros mismos.

Câline: Carlos es toda una batidora... jejeje.

Saldivia: la verdad es que no sabría decir si lo ven como normal... quizás lo que ven normal es que haya al menos un transgénero en el pueblo, pero que él sea considerado "normal", lo dudo...

De nuevo un abrazo a todos y gracias por pasar a visitar.