13 de noviembre de 2007

Sin lugar

Todavía no me había acostumbrado a la idea de que esa ya no era “mi casa”. En más de una oportunidad me sorprendí “in fraganti” diciendo que iba a “mi casa”, cuando en realidad desde hace un buen rato ese lugar se convirtió en la “casa de mi mamá”. Claro, es comprensible, porque viví en esa casa desde los 5 años. Nos mudamos a ese apartamento en diciembre de 1979. Mi mamá dice que ella fue la primera en habitar el edificio, incluso antes de firmar el documento que la hacía propietaria del inmueble de 5 habitaciones y 3 baños en el que insospechadamente estarían nuestros recuerdos de casi tres décadas.
Hoy, ese apartamento está listo para ser vendido, traspasado a una familia que, como nosotros, espera hacer de esas cuatro paredes su hogar. “Misión cumplida”, diría el lugar si pudiera hablar. Mi familia vivió –y de qué forma- allí dentro sus mejores y peores momentos. Fuimos felices y no lo sabíamos, quizás, aunque honestamente las épocas llenas de tristeza fueron muy duras, lo suficientemente duras como para fracturar la unidad familiar.
Hoy salí de mi casa por última vez. Seguramente iré de nuevo, todavía quedan algunas diligencias pendientes, todavía hay fotos de la familia, muebles, recuerdos. Pero puedo decir que ya esa no es nuestra. Y es como si parte de nuestro espíritu se quedara allí, colgado de la pared, donde estaban antes los cuadros que compraba mi padre sin pensar que faltaba dinero para el mercado. Evité a rabiar las lágrimas, no quería que nadie, y menos mi madre, me viera llorar por tener que deshacernos del lugar que nos vio crecer. Todos quedamos como en el aire, lanzando manotazos para intentar detener la caída que nos lleva a la melancolía, a la tristeza, a la remembranza.
No es facil echar raices. No es facil decir “esta es mi casa”. Yo tenía una, que hoy no es más, y lo que me queda es la amarga sensación de no tener un lugar en el mundo. Porque más de una vez dejé de vivir ahí, no siempre habité esas paredes, pero sabía que estaban allí, esperándome con los brazos abiertos sin reproches, siempre bienvenido. Ese lugar no existe ahora.
Quien no entienda el concepto de la palabra hogar, debería pasar por una experiencia como esta. Ahora tengo que construir el mío.

3 comentarios:

Wari dijo...

No he pasado por una experiencia como esa, pero créeme que entiendo lo que sientes. Yo dejé de vivir en "la casa de mi mamá" ( como uno la llama después que se va de ahí) hace 20 años pero aùn la siento como mi casa, sus paredes y rincones están llenos de recuerdos bonitos, cada vez que voy me siento niña y adolescente, todo está ahí, tan vivo!! incluso el recuerdo de mi padre que abandonó este mundo hace 10 años!!
De solo pensar que algún día no pueda ir mas a "casa de mi mamá", se me hace un nudo en la garganta :(
Espero que los recuerdos màs lindos de tu casa hagan nido en ese hogar que vas a construir y se multipliquen!!
Un abrazote Jogreg!! :)

Anónimo dijo...

tenia tiempo sin leerlo que bonito y melancolico esta el post y no te imaginas lo que senti en la barriga cuando fuimos a buscar a tu mama para que se fuera ya definitivamente de su casa... tus tios tu mama y tu el cuadro fue muy pero muy rudo y eprfectamente se lo que se siente.... asi nos paso cuando nos mudamos de la aroa... sentir que te vas de tu casa es algo que pega y destroza el alma.... ASI QUE FUERZA QUE se perfectamente que estas GUAPEANDO... aqui estoy para apoyarte

Compai panita dijo...

Pana, yo he pasado por eso y es muy duro. En mi caso no solo dejé atrás la casa en la que me crié, sino también el país en el que nací, mi patria querida que llevo en el corazón.
Pero hay que tirar para delante que la vida sigue.
Un abrazo