12 de marzo de 2006

Arréchate...

Aunque tengo un tiempo ya con el blog, hasta hace poco comencé realmente a intercambiar con otras personas que también publican por esta vía. La primera búsqueda la hice preguntándome a quién podría gustarle el libro Piedra de Mar, de Francisco Massiani, y entre otros apareció Carmelo Lattassa, venezolano que vive en España, cuyo blog "La nave de los locos", tengo vinculada por dos razones: porque me parece que lo escrito por él es muy interesante, y porque las cosas interesantes hay que compartirlas con los amigos.
Luego de intercambiar un par de "posts", Carmelo me escribía varias cosas sobre todo lo que ustedes ya han leído en estas líneas. Habló de cine, de televisión infantil, temas sobre los cuales en líneas generales estoy de acuerdo con lo que plantea. Pero un tema en particular me dejó pensando, al punto de que me he tardado bastante en escribir estas pocas líneas.
Tiene que ver con la tolerancia que los venezolanos tenemos para la desgracia y la tragedia. Es cierto, los venezolanos no nos arrechamos. Tenemos suficientes razones para estar arrechos. En este país, todos los días ocurren situaciones que deberían llevarnos a un estado de histeria colectiva permanente. Desde hace rato deberíamos haber conducido a nuestro país por una vía distinta a la que lleva.
Pero no lo estamos haciendo. Y pienso que hay muchas posibles causas (o quizás sean todas juntas) las que hacen que nosotros, los venezolanos, sigamos por este camino. Voy a exponer las que se me ocurren en este momento:
1. ¿Cuál es el otro camino? Desde hace unos cuantos años se nos perdió el rumbo. Aunque es evidente que hace relativamente poco tiempo dimos un giro radical (aparentemente), en realidad tenemos mucho más tiempo sin saber dónde queda "adelante".
2. ¿Quién es el responsable? Aunque no lo parezca, las responsabilidades sobre las tragedias siempre han sido difusas. Nunca hemos tenido un responsable oficial para las tragedias. Jamás un preso por corrupción. Mucho menos, un presidente culpable de que se caiga un viaducto (que tenía años cayéndose).
3. ¿Quién tiene la razón? En los últimos años, la polarización es evidente y radical, y así mismo es la forma en que las partes ven el mundo. Unos y otros piensan que tienen razón, que son mayoría, que todo es "muy bueno" o "muy malo". Que vamos a "una debacle" o estamos enrumbados a un país de "justicia social". Y aunque el porcentaje de población radicalizada no sea muy alto, el resto del país "no sabe/no contesta".
Entonces, ante una situación como esta, la pregunta es ¿qué ganamos arrechándonos? Incluso, ¿es conveniente arrecharse? No se confunda esta postura con conformismo, ni mucho menos. En definitiva, estoy hablando de un cambio de actitud imprescindible para llevar a cabo los cambios que se requieran, sean los que sean.
¿Hemos sido capaces de cuestionar nuestras propias posturas y creencias? Mi mamá siempre ha sido en ese sentido muy dura conmigo, cuando digo cosas como "es posible que ellos sean mayoría". Parece que estuviera cometiendo un sacrilegio, blasfemando de la forma más procaz.
Pero imaginen por un momento que de verdad sean mayoría. No es que por ser mayoría tienen el derecho a violentar la ley como les dé la gana. Pero en efecto, tienen derecho a decidir cuál es el camino que quieren tomar.
Y mientras la minoría (llamada minoría ya que los otros son mayoría) no tenga el camino claro y convenza a quienes son mayoría que su camino nos lleva a la catástrofe total, pues no hay mucho que hacer. Puedo arrecharme todo lo que quiera, pero mis arrecheras no encontrarán eco en ninguna parte, es decir, no existen mecanismos para que la oposición se exprese y haga valer sus posturas.
Y si, para colmo de males, no vamos a las elecciones porque están amañadas, dejándole de esta forma la Asamblea Nacional al oficialismo, pues tenemos que calarnos la bandera y el escudo, por decir lo menos. Después del 4-D, lo lógico desde el punto de vista político era que los 10 millones de ciudadanos que no votaron, se expresaran políticamente por otra vía. Pero esa manifestación de disconformidad no se dio, y la respuesta no puede ser tan sencilla como que "el pueblo habló con la abstención". La abstención no habla. ¿Acaso no es factible pensar que quienes se callaron activamente eran minoría, y que el resto nunca han dicho ni "esta boca es mía"? ¿"no sabe/no contesta"?
Mientras no hablemos, no nos arrechemos.
Besos y abrazos a quien corresponda...

2 comentarios:

Carmelo Lattassa dijo...

Ese es el kid de la cuestión. En el ensayo de Eric Fromm "Miedo a la libertad", plantea que los alemanes estaban en un 60% en contra de Hitler, pero no hicieron nada por oponerse...

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Qué quieres que te comente, qué quieres que te diga.

Ya todo lo escribiste.

Todo lo mejor para Usted.