19 de julio de 2006

La velada

Dispuso la mesa para cenar. La última vez lo había hecho para celebrar su aniversario, cumplían ya ocho años de haberse declarado amor eterno. Casi una década de encuentros y desencuentros. Solo quien aprende a vivir diría que ha sido feliz a pesar de todos los momentos terribles, y no gracias a todo lo hermoso que les ha deparado el destino. Y hay que agradecerlo todo, a pesar de. Porque aquello de que a todo lo malo hay que verle el lado bueno no es que sea una filosofía sencilla de seguir. Más bien diría que es más sencillo asumir que la vida hay que vivirla con intensidad, tanto lo bueno como lo malo, sin querer cambiarle la esencia al asunto.
Y el asunto es que, como todo, esos ocho años habían tenido sus días buenos y sus días malos; la verdad es que no se podía quejar. Pronto tendría una velada maravillosa, con la mejor de las compañías, la misma compañía que le atrapó hace ocho años y que ahora mismo venía en camino sin saber que esta velada le esperaba sin razones ni protestos. Le dio las gracias muy calladito a su profesor de cocina, que le enseñó esos pequeños trucos que hacían de cada plato un agasajo al paladar; no veía la hora de descorchar la botella que había puesto a enfriar en la nevera.
Todo estaba listo para recibir a su amor, que seguramente se quejaría por el trabajo, pero se contentaría de llegar a casa. Y se contentaría aún más al ver que le esperaba una noche de esas que todos se merecen cada cierto tiempo. Una música suave, ligera, amenizaría la conversación y relajaría el ambiente.
Tampoco quería que todo fuera demasiado formal, así que decidió ponerse un brevísimo vestido negro, cómodo y elegante al mismo tiempo, pero dejaría sus pies descalzos, para sentir la textura de la suave alfombra que cubría el comedor.
Vio que llegaba el auto. En ese momento, encendió las velas que colocó deliberadamente por toda la casa y sobre la mesa. Todo estaba listo, casi cada detalle había sido cuidado. Estaba segura que sería una noche perfecta.
Y así fue.

Con los primeros rayos de la mañana entrando por su ventana, abrió los ojos y admiró la belleza de los rasgos de quien había ocupado su lado derecho de la cama. Seguramente ocurriría la escena que mañana a mañana se repetía de forma casi ritual: intentar despertarla de todas las formas posibles para que no llegara tarde al trabajo. Pero todavía no era el momento: primero haría el café, se metería al baño rápidamente y luego prepararía el desayuno -frutas y cereal, para mantener la figura-. Luego, solo luego, la despertaría.
Acarició su larga cabellera castaña, sonrió, y de nuevo agradeció a la vida por tenerla al lado.

8 comentarios:

gustavo dijo...
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gustavo dijo...

Ni te imaginas lo parecido de esa historia con mi vida........aunque solo llevo la mitad del tiempo de ellas.......wow, parece que tomaste mi vida y le diste alguna versión........como siempre disfruto de la magia de tu pluma

Cafecontorta dijo...

Por un momento, temí que alguna tragedia le diese un giro doloroso al relato, de hecho estaba tan predispuesto a ello (tal vez por algunas cosas tuyas que lei antes) que fue toda una sorpresa el final feliz. Bonita situación, hermoso relato!

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

También temía lo de DON Saldivia..., en cualquier caso, me pareció ver una escena de alguna película de los 50. Eso se agradece.
Buena pluma tiene Usted..., así que a escribir, tiene un talento maravilloso.

Todo lo mejor para Usted..., y a escribir.

Jogreg dijo...

Muchachos: gracias por sus comentarios, de verdad los aprecio mucho.
Si les soy honestísimo, durante todo el rato también estuve totalmente predispuesto a imaginar una situación terrible que le diera un vuelco a todo, pero justo por explorar, no me dejé llevar por las ganas de un accidente de tránsito, una infidelidad o un simple retraso. Terminó ganando la felicidad, quizás por aquello de que ser feliz está en apreciar las cosas cotidianas que nos ofrece la vida.
Saludotes,

Naky Soto dijo...

¡Me encantó! Presumo que vas ensayando los giros de tu obra y esta vez lo probaste con el otro género... ¡bella Jo! ¡casi como tú!

Te quiero,

Câline dijo...

Está precioso!! Los "finales" felices son tan emocionantes, yo también me temí que algo feo iba a pasar. Y digo "finales" porque lo de ellos es una continuación hermosa y feliz.
Un saludo.

Anónimo dijo...

ME GUSTA, primero por lo que uno está acostumbrado a leer, pense que el la despeciaria o la mataria o algo típico de cine negro, dejo que el suspenso se apoderara y el final aunque realmente se perfilaba para donde iba nunca lo espere.
sigo pensando que esas historias cortas o relatos o situaciones o como se llamen deberiamos hacerlas en cortos de animación, cortos que fueran ais como esta historia mus sensoriales