Frío. A Sevilla ha llegado el frío. Ya sé que no estoy en Siberia, que no tengo por qué quejarme. Incluso hay zonas en España donde ya ha comenzado a nevar. Aquí estamos en unos muy agradables 15 - 18 grados centígrados. Pero se siente como si fuera un congelador. La moto no ayuda para nada, así que tengo que sacar las chaquetas para poder ir al postgrado sin tener luego que recuperar la circulación en las manos. Había olvidado que mis manos se enfrían primero que cualquier otra parte de mi cuerpo y es muy desagradable.
Comenzamos justo a tiempo otra sesión de nuestro taller de teatro. Comentamos un poco lo que vivimos en el ejercicio de ayer, las diferencias con nuestro primer acercamiento, y repetimos la experiencia con un nuevo grado de complejidad. Han pasado 10 años. Seguimos imaginando y viviendo la historia de nuestro compañero -mi amiga del alma Raquel ;) -, pero ahora cambiamos roles: ella (es decir, yo), tendría que pedirme algo a mi (es decir, a Raquel). Esa solicitud tendría que ser sobre un asunto de importancia para Jogreg, al punto de insistir en ella aunque Raquel se negara. Y esa negativa tendría que tener también muy buenas razones para mantenerse.
Estamos, señores, frente a un conflicto de pleno derecho. Jogreg quiere algo, ella se lo niega, ambos tienen razones suficientes para insistir y no dan su brazo a torcer. La discusión es cada vez más compleja, afloran emociones, y si sigues el juego, puedes llegar a decir cosas que dispararían una crisis. Drama.
Confieso que me encanta la dinámica pedagógica del profesor. Es una forma de hacernos comprender los conceptos mientras, literalmente, los vivimos. Todo el aspecto lúdico de esta experiencia pedagógica está construida e imbricada de forma muy interesante con los contenidos conceptuales que la sustentan. Eso me gusta.
Entonces: no es una conversación cualquiera. Es un diálogo, una construcción dramática con un objetivo, una direccionalidad, una razón de ser que mueve la acción. Los personajes SIEMPRE quieren algo. A veces ni siquiera saben bien lo que quieren porque no lo han racionalizado, pero ese deseo está ahí. Y nuestro trabajo es develar ese deseo, desarrollarlo, escudriñar en él, explotarlo, sufrirlo. Porque al final, la gente luego justifica sus deseos de forma racional, pero primero están los deseos más profundos trabajando para que te muevas. El deseo es el generador de la acción y mientras más intenso es, más haremos para verlo realidad... y será mucho más terrible que alguien se interponga en tu objetivo.
Ese alguien es tu antagonista, la persona que te niega la posibilidad de ver tu deseo hecho realidad. Tú quieres algo y él te dice "no, por aquí no es". Y mientras mayor es el obstáculo, más se intensifica el deseo... y más profundo el dolor por no alcanzarlo.
¿Dónde está el reto? En dar respuestas al por qué. ¿Por qué el protagonista quiere cambiar algo? ¿Por qué el antagonista se lo niega? Mientras más ricas sean estas respuestas, más interesante podría ser la acción que se genere de este conflicto. Pueden ser desde las razones más "racionales" hasta las más "pasionales", esos son los motivos de la acción dramática. Esas razones pueden ser muy obvias, o por el contrario, ser tan profundas que se encuentran en el subtexto, subyacen al deseo principal, en lo que el personaje no dice e incluso oculta intencionadamente. La obra hace visible lo invisible...
Nota al margen: William Layton -> Por qué: el trampolín del actor
Así terminó la primera hora. Voy conociendo a más compañeros y enterándome de sus intereses. Por ahí recomendé About Time (Aquí se llamó Una cuestión de tiempo), una de mis películas favoritas de los últimos años. La mejor combinación de viajes en el tiempo con comedia romántica...
Luego entramos en clases de Modelos Dramáticos. Analizamos La Estanquera de Vallecas, de José Luis Alonso de Santos. Primera tarea: cumplida. Leí la obra y alguno de los artículos que la analizan, con lo cual lo explicado por la profesora me resultó más sencillo de comprender y asimilar. Revisamos el realismo aristotélico, contenido en su Poética, para poder analizar la obra representativa del teatro de la generación del 82.
Este realismo aristotélico señala que la obra está estructurada en forma de planteamiento-nudo-desenlace. Además, el conflicto está siempre presente (pueden ser conflictos internos, externos o situacionales). Existen unidades de acción, tiempo y espacio y los personajes se presentan y construyen como resultado de la acción. Finalmente, hablamos de la catársis aristotélica, entendida como la emoción que se genera en el espectador cuando, al identificarse con el personaje, siente compasión por él, por lo que le ocurre, e incluso horror por la situación que enfrenta. Esta emoción permite que de algún modo el espectador comprenda el mensaje e incluso se sienta mejor consigo mismo al ser capaz de sentir empatía, es decir, termina sintiéndose mejor persona al aceptar el mensaje y el punto de vista que ofrece la obra del tema que ha desarrollado.
Este realismo parte de la imitatio, o imitación de la realidad: hay una búsqueda permanente de verosimilitud, es decir que lo ocurrido en el escenario se parece mucho a la realidad. Cada personaje comienza con un objetivo en la situación dada, y se genera el conflicto cuando ese objetivo se ve obstaculizado, negado. Cuando el personaje comprende que será imposible alcanzar su objetivo inicial, cambia de objetivo, en lo que se llama un punto de giro dramático, y estos giros le dan dinamismo a los personajes y a la obra en general.
Lo que me queda claro, más allá de estas herramientas que permiten mirar las obras con cierta capacidad de disección, es que cada una de las personas que asume esta labor trae consigo también sus propias experiencias, sus paradigmas, por lo que en un momento determinado interpreta el texto de una forma o de otra. Por eso los directores terminan imponiendo sus propias miradas sobre las obras. Por eso los actores también aportan sus propias miradas a los personajes. Por eso es tan difícil definir con claridad por qué este personaje hace esto o lo otro, o cuáles son los conflictos centrales y los conflictos secundarios. Requiere no solo de una capacidad importante de abstracción frente a lo que lees y el uso adecuado de estas herramientas de análisis, sino una capacidad argumentativa y descriptiva muy amplia, que permita que nuestros razonamientos también puedan ser asimilados por nosotros mismos y por otros que comparten este proceso.
¿Será que me da tiempo de ver la película de La Estanquera de Vallecas aunque Maribel Verdú no esté tan bien en el papel de Ángeles?
Pendiente: buscar el libro de Alonso dos Santos que aun no he tenido tiempo de mirar. Y si se puede, el de La escena sin límites de Sanchis Sinisterra, para al menos echarles un ojo.
We will be back.
Jogreg
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