9 de noviembre de 2016

About Trump: La lucha sigue.


Dicen que uno de los principales problemas de Barack -que ahora que se va como uno de los presidentes más "carismáticos" de la historia de los EEUU se le puede llamar así- fue su eterna sonrisa. Es verdad, al menos en apariencia, los americanos tendrían muchas cosas que celebrar. Así como en España, según Don Mariano Rajoy, las cosas están mejorando y seguirán por esa ruta. Los indicadores macroeconómicos lo señalan, las encuestas dicen que todo va viento en popa...


Pero la "América oculta", la que no sirve para hacer campaña, se queja. Está descontenta. Sea por diferencias sociales, culturales, educativas, económicas o políticas (o todas las anteriores), hay una América (así como hay una España) que no compra el cuento de hadas. Que no siente que tiene las mismas razones para ser optimista y para brindar nuevas oportunidades a quienes ya han estado en el poder. Oculta, porque tampoco aparece demasiado en los medios, ni necesariamente gana prestigio en redes sociales, pero que todos sabemos que está ahí. En ese grupo, si nos vamos a los extremos, están los llamados "supremacistas blancos", por ejemplo. Pero no hace falta irse demasiado lejos: entre los latinos, sobre todo aquellos que han buscado ganarse su puesto de forma honesta y legítima en EEUU, hay quienes detestan que haya inmigrantes ilegales que se dediquen a negocios también ilegales, causando problemas por donde pisan y generando, sobre todo, una mala imagen de los latinos. Igual pasa con algunos musulmanes, que odian ser confundidos por terroristas...

Es difícil de comprender, pero frente al resentimiento, al odio, al miedo a las diferencias, es muy sencillo proponer ideas que sean como música para los oídos de estos segmentos de población que, de algún modo, desean regresar la historia, evitar el cambio que ha comenzado a producirse frente a sus narices. ¡Matrimonio gay! ¡Leyes migratorias más laxas! ¡Un presidente negro, una mujer presidenta! ¡A quién se le ocurre!

Podemos culpar a la ignorancia. Podemos decir que los americanos que han votado por Trump son idiotas. Podemos incluso decir que Donald Trump y su equipo de campaña ha sido extremadamente hábiles utilizando estas herramientas... Uno cree que la sociedad en la que vive ha avanzado sustancialmente en su capacidad de abstracción sobre sí misma, comprendiendo las razones de su propio desarrollo, hasta que ocurren estas cosas, que por cierto, no aparecen en las encuestas (unas herramientas que hoy más que nunca quedan desvirtuadas gracias al Brexit, a Colombia y ahora a EEUU).

En Venezuela, por ejemplo, creíamos que los venezolanos sabíamos lo que era vivir en democracia y lo valorábamos: independencia de poderes, respeto y protección de los Derechos Humanos Universales, a las libertades civiles, y que nadie que amenazara esta forma de vida podría llegar a conducir el país, hasta que fuimos y votamos por Hugo Chávez. Y comenzó la destrucción de ese modelo, y la gente aplaudía más y más, porque era una forma de venganza, de retaliación contra quien se aprovechó del modelo para enriquecerse, para corromperse y para generar mayor división.

En España es similar, con la diferencia de que ahora mismo ese proceso se desaceleró por momentos gracias al pacto entre el Partido Popular y Ciudadanos, aunado a la abstención del Partido Socialista Obrero Español (que no el catalán), evitando el ascenso de Podemos, repito, al menos por ahora. Ya las encuestas dan a la agrupación de Pablo Iglesias el segundo lugar de preferencias (lo que siempre han querido), para abrogarse el protagonismo de la oposición y, ahora sí, ir contra el PP. Su sueño hecho realidad: no era acabar con el bipartidismo, sino convertirse en el partido que sustituyera al PSOE en esa lucha por el poder, utilizando el mismo esquema: politizar el resentimiento, el odio contra "las élites corruptas".

Hemos aprendido a despreciar a los políticos. La antipolítica anda por ahí siempre, tentándonos. Nos han hecho creer que quienquiera con dos dedos de frente puede ser político, si nos dice lo que queremos escuchar. Pero un político no puede ser una persona cualquiera. Hay quien no cree en que una persona pueda ser político profesional. Pero usted no pondría en manos de cualquiera su salud, o la construcción de su casa... ¿Por qué habría de ser político cualquier persona sin las cualidades necesarias para ello? La capacidad de abstracción y análisis de la realidad es indispensable para quien quiera dedicarse a la política. Y está claro que no todos tienen esa capacidad, ni para ejercer la política ni para discutir sobre política. Era una de las obligaciones de la Atenas asamblearia: para ser ciudadano respetable, debías participar activamente en la vida pública de la ciudad. En nuestro caso, millones y millones de personas que pueden tener tanta idea de política como de física nuclear, toman decisiones sobre quienes serán sus gobernantes. Ese es el sistema que tenemos, mejorable, pero es lo que hay. ¿Y qué se supone que podemos hacer? Si uno de los problemas del sistema es que en él participan personas cuyo razonamiento político deja mucho que desear, entonces una tarea fundamental es la de llevar el debate político más lejos y a mayor profundidad. Las ideas deben ser discutidas con seriedad y darles el lugar que se merecen. Porque lo lamentable es sentir que al final de todo esto, se han tomado decisiones muy relevantes para el mundo, con información escasa, sesgada, poco procesada o falsa.

En EEUU un grupo muy grande -que no se sentía escuchado ni representado- ha decidido detener el cambio. Regresar a sus orígenes, porque la América donde cabe un presidente negro o una presidente mujer no es SU América. Se han resistido a seguir por ese camino aspirando con nostalgia a que les regresen el honor de ser los que han hecho crecer realmente al país. Es una imagen deprimente para quienes creemos que eran cambios importantes y necesarios, por lo que -muy a pesar de mi decisión de salir de mi país-, lo que realmente queda es seguir luchando. 

Para quienes han creído en la defensa de los derechos de las minorías, la lucha sigue. Para quienes apuestan por un mundo más diverso, plural, respetuoso de las diferencias, la lucha sigue. Para quienes creemos en el amor, en la paz, la lucha sigue. Para quienes insistimos en que la educación es la respuesta, la lucha sigue. 

Para quienes creemos que este no es el fin del mundo -aunque lo parezca, aunque el futuro luzca poco promisorio-, la lucha sigue. 

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